“Somos una cultura cazadora que se funda en el hielo, la nieve y el frío, y en el momento en que se presentaron los primeros cambios nuestrxs cazadorxs lo notaron. De eso hace muchos años, pero desde hace cinco, los efectos se han agravado”.- Sheila Watt-Cloutier

Lxs Inuit son lxs descendientes de lxs esquimales que llegaron de Siberia hace miles de años y se establecieron en las regiones árticas de Alaska, Norte de Canadá y Groenlandia. Quedan aproximadamente unxs 150.000, de lxs cuales 55.000 están en Canadá y poseen  la experiencia acumulada de vivir en la dureza extrema que conlleva permanecer entre hielo. Evidentemente, nada que ver con nuestro modo de vida. Son nómadas, se desplazan sobre trineos tirados por perros siguiendo las rutas de los animales que cazan para sobrevivir: caribúes, focas, osos y ballenas. Aunque a decir verdad cada vez menos, debido al calentamiento global provocado por la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero durante décadas. Los casquetes polares se derriten y estos pueblos ven cada día más amenazado su modo de vida tradicional. Entre lxs inuit de Canadá, una mujer levantó la voz para reivindicar el derecho de su pueblo a vivir en el frío. 

Sheila Watt-Cloutier nació en 1953 en la comunidad inuit de Nunavik al norte de Quebec, Canadá. Su madre fue una curandera muy respetada e intérprete en Nunavik. Su padre, oficial de la policía montada de Canadá. Hasta los diez años Sheila vivió plenamente inmersa en las tradiciones inuit, hasta utilizaba el trineo tirado por perros como medio de transporte y veía como lxs mayores cazaban, pescaban y aprovechaban las pieles de los animales para hacer ropas de abrigo “Nuestrxs ancianxs han venido experimentando cambios perturbadores en nuestro medio ambiente. El permafrost se está reduciendo, lo que aumenta la erosión y obliga a las personas a trasladar sus hogares. Los glaciares se derriten y forman torrentes en lugar de arroyos. La vida silvestre está desapareciendo. El mundo debe prestar atención a lo que está ocurriendo en las comunidades del Ártico, pues somos el sistema de alerta temprana del resto del Planeta”.

Después la enviaron a la escuela en Nueva Escocia, donde se sintió desubicada completamente. Más adelante, estudió Sociología y Psicología en la Universidad McGill de Montreal. Pronto empezó a trabajar en el hospital de Ungava como traductora de inuktitut y para mejorar la educación y las condiciones sanitarias de la comunidad. Abordó también el problema de la adicción al alcohol y las drogas entre lxs jóvenes. De 1991 a 1995 colaboró en la revisión del sistema educativo del norte de Quebec, de donde salió un informe titulado Silatumimut - The Pathway to Wisdom. Watt-Cloutier decidió  participar activamente en la elaboración de la película ‘Captura Espíritu: El viaje inuit’ para concienciar a la gente en la  búsqueda de  soluciones a los problemas ambientales de calentamiento global y contaminantes orgánicos persistentes que afectaban a su pueblo. Comprometida en la defensa contra el cambio climático se convirtió en una líder ecologista “Cuando hablamos del cambio global, muchas veces nos han dado un mensaje que me parece pobre, en el sentido de que tenemos que luchar porque el aumento de la temperatura del planeta no rebase 1.5 o 2.0 grados; pero no entendemos exactamente cómo nos afecta como país, como ciudad, como comunidad, y eso es lo que hay que explicarle a la gente.  Se requiere mayor difusión del trabajo de lxs científicxs, y de cómo involucrar cada vez más a un mayor número de personas”. Así que decidió dedicarse a la Política y representó a lxs inuit durante varias décadas “Para mí este no es un problema simplemente ecológico, es un problema cultural, de salud. Algo muy real que afecta a nuestro bienestar como pueblo”.

En 1995 la eligieron Presidenta del Consejo Circumpolar Inuit de Canadá. Esta institución representa a nivel internacional los intereses de los inuit de Rusia, Alaska, Canadá y Groenlandia. Sheila actuó como portavoz de los pueblos nativos del Ártico en el Convenio de Estocolmo que prohíbe la fabricación y el uso de contaminantes orgánicos persistentes, como el bifenilo policlorado o el DDT, que contaminan la cadena alimentaria del Ártico y dañan la salud de sus habitantes. Este convenio entró en vigor en 2004.  Mientras fue Presidenta Internacional de la CPI, su misión consistió en  insistir en los nefastos efectos para la humanidad del impacto del cambio climático en el deshielo del Ártico. Del informe de una Evaluación de Impacto Climático en el Ártico de 2005 se deducía la posibilidad de que la cultura inuit no sobreviviera a la pérdida de hielo marino y a otros cambios inminentes, así que Sheila promovió la primera demanda judicial internacional sobre el cambio climático  “Con el calentamiento global, el modo de vida de lxs  inuit, ya debilitado por la vida moderna, está más amenazado”, dirigida a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos alegando que las emisiones incontroladas de gases de efecto invernadero de los EEUU, gobernados entonces por la administración de George W. Bush violaban los derechos humanos, culturales y ambientales de lxs inuit, garantizados por la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre de 1948. De ello derivó la  primera conferencia de Watt- Coultier poniendo el foco en la estrecha relación entre cambio climático y los derechos humanos en 2007, que abrió la puerta al reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas “Si el clima se calienta, cuanto más hielo se derrite, hay más impacto sobre la vida humana y sobre la fauna  en el Ártico, llegando a peligrar su vida. En los medios de comunicación cuando hablamos del Ártico, se trata de animales, se nos dice que las focas y los osos polares deben ser salvados. Paul Mcartney y su esposa denunciaron la caza de focas, sin entender la vida de los inuit. Cuando vives en un ambiente en el que no hay vegetación, es probable que te conviertas en cazador. Es importante comenzar a separarse de las iniciativas de producción codependientes, que ha implementado el colonialismo y tratar de tener iniciativas liberadoras, que fortalezcan la cultura y las raíces de los pueblos y comunidades”.

Siguió dando conferencias y participando activamente en foros internacionales como en la Conferencia sobre el Clima de las Naciones Unidas en 2009 en Copenhague “Es difícil para los pueblos del Sur comprender la situación de lxs inuit. Pero en el contexto del cambio climático, el Ártico es el acondicionador de aire del mundo y la gente se está dando cuenta de ello y los medios de comunicación comprenden mejor la fragilidad y la importancia del Ártico”. Pero cada día seguimos viendo como la temperatura del punto más al norte del Planeta se va incrementando grado a grado. Año tras año, los polos se derriten, batiendo récords constantemente y registrando temperaturas impensables en la zona hace no tanto. En los últimos tiempos, lxs inuit han empezado a considerar la caza como secundaria y a trabajar en industrias de minería, gas y petróleo.

En 2015 publicó su libro The Right to be Cold, sobre los efectos del cambio climático en las comunidades inuit. 

Además de preservar el medio ambiente, la activista canadiense también ha  promovido una campaña mundial para prohibir las toxinas industriales que pueden producir infertilidad, cáncer o daños cerebrales en los seres humanos. Esa intensa dedicación le ha valido numerosos premios y reconocimientos, tanto a nivel local como global. Entre ellos destacamos el de Campeona de la Tierra en 2005. Es el máximo galardón ambiental que otorga Naciones Unidas. El de Oficial de la Orden de Canadá en 2006. En 2007 fue nominada al Nobel de la Paz  junto con Al Gore, aunque el Comité del Nobel nunca reveló sus nombres, de acuerdo con los Estatutos de su Fundación. En 2015 se le concedió el Right Livelihood Award por su trabajo para proteger a lxs inuit del Ártico. Es una especie de Nobel alternativo para apoyar a personas que trabajan en la búsqueda y aplicación de soluciones para los cambios más urgentes que necesita el mundo actual en materia de protección ambiental, derechos humanos, paz, salud, educación, etc. A sus 70 años  ha sido investida Doctora Honoris Causa por numerosas Universidades y ha aparecido en varios documentales y en muchos medios de comunicación. Tiene dos hijxs y un nieto y sigue luchando por su futuro “Los ecosistemas tienen una gran importancia cultural en la humanidad, aunque vivamos en una ciudad tan grande y tan compleja, tan aparentemente desvinculada de los ecosistemas. Tenemos amnesia del paisaje, la tendencia a olvidarnos muy rápido de lo que teníamos, y es muy importante combatir esa amnesia”.

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