“Amo el periodismo porque es furtivo, atrapa los instantes, pero te obliga a volver atrás”.- Maruja Torres.
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Decir que es una persona hecha a sí misma no es ninguna exageración. Quizá
porque es una lectora empedernida desde niña y porque tiene carisma, no nos
sorprende de ella que sin estudios haya llegado tan lejos. Mujer todoterreno,
de espíritu nómada, cronista de la alta sociedad cuando todavía la prensa rosa
no existía, entrevistadora incisiva y reportera de guerra arriesgada. En sus
reportajes y columnas de opinión ha escrito sobre todos los temas, vertiendo su
punto de vista sobre lo que ocurría siempre con un criterio propio, con ese
filtro sarcástico tan personal que le dio su origen humilde, esa
complicidad con los desfavorecidxs que también trasladará a su narrativa.
María Dolores Torres Manzanera -Maruja Torres- nació en el barrio del Raval, Barcelona, en 1943. Su
familia era oriunda de Murcia, de orígenes muy humildes. El padre bebía y
maltrataba a la madre en su presencia, por lo que el ambiente en casa era
insoportable. Hasta que por fin las abandonó cuando Maruja tenía 7 años. El
barrio tampoco tenía desperdicio, había mujeres casadas ejerciendo la
prostitución para sacar un dinero extra, gente muy pobre que se comunicaba a
gritos y todo se resolvía a tortazo limpio. Esa niña pequeña aprendió a leer y
escribir en casa porque no tenían dinero para colegios y se refugiaba en la
lectura de cuentos para evadirse de la cruda realidad. Todos los años por Sant
Jordi, su tío Amadeo le regalaba uno que le duraba todo el año. Los leía y
releía hasta casi desgastarlos y cuando tendría unos nueve años le regaló
Oliver Twist, que según dice le marcó mucho, porque a través de la pluma de
Dickens pudo comprobar que en otros lugares del mundo y en otras épocas, también existía gente pobre que lograba salir adelante. Además, había un cine de
barrio y también viendo pelis podía soñar con que otra vida era posible “De
niña quería salir del barrio, escapar de la ignorancia. La gente que había
perdido la guerra tenía miedo, el autodidactismo se imponía por la falta de
cultura de la época, había gente con hambre de salir de la ignorancia”. Así que
en cuanto tuvo ocasión aprendió taquimecanografía y algo de contabilidad y con
14 años empezó a trabajar en unos almacenes “Ahí me bregué en la resistencia”.Por esa época conoció a Terenci Moix y a su
hermana Ana María, vecinos del barrio y amigxs irremplazables en su vida.
Además del cine, su barrio es estaba cerca del Liceo. Dos mundos antagónicos
que contemplar, de un lado la miseria y del otro la belleza y la cultura. Su
madre cosía para una sastrería al lado y cuando la acompañaba, Maruja
aprovechaba para hablar con el aprendiz del Liceo, amante de la ópera e iba registrando en su mente esas otras realidades “A través de mis experiencias de
pequeña me di cuenta de que solo yo me iba a proteger y decidí tener una vida
para mí”. Trabajó algunos años como secretaria en varias oficinas. Entonces la
escritora Carmen Kurtz se cruzó en su camino, o mejor, Maruja en el de Carmen.
Esta tenía un consultorio sociológico y Maruja le mandó una carta contándole la
forma en la que los chicos trataban a las chicas “Éramos como ganado para
ellos”. A Kurtz le gustó, se la pasó al director y le encargaron una serie, en
la que Maruja escribía sobre lo que le parecía “En cuanto vi una linotipia, los teletipos y olí
la tinta me volví loca por el periodismo”. Y ahí estaba ella, con 21 años, como
secretaria de redacción en La Prensa, a pesar de no tener estudios. Más
adelante colaboró también en revistas como Garbo “Era una revista muy digna.
Nadie pagaba por una entrevista y también tenía páginas literarias”, o en El
Papus, de humor, y en Fotogramas, de cine, donde lo mejor que le pasó fue conocer a otro de sus grandes
amigos del Raval, Manuel Vázquez Montalbán.
En 1981 dejó Barcelona para empezar en Madrid. Rosa Montero le ofreció colaborar en la sección de cultura
de El País “Ya sabemos que la asignatura pendiente de cualquiera es ser
persona, y eso se consigue a solas, aunque, afortunadamente por el camino nos
encontramos gente que nos ayuda a vivir”. Fue en este periódico donde
entrevistó a grandes personalidades de la época como Anthony Burgess, Doris Lessing,
Meryl Streep, Patricia Highsmith y un largo etcétera. Pero el cuerpo le pedía
viajar y en El País no era posible. Se fue a Cambio 16, donde su columna de opinión
diaria era de las más leídas “Yo contaba la verdad con mirada propia. Escribe
como hablas. Si puedes decir jarrón, no digas búcaro”. En Cambio 16 cubrió la
muerte de Indira Gandhi. En 1986 empezó su aventura literaria en clave de
humor con ¡Oh, es él!, sobre las peripecias de una admiradora de Julio
Iglesias, seguida por Ceguera de amor en 1991. Volvió a El País y entonces sí
pudo ir a Chile. En 1989 le ofrecieron cubrir la invasión de Panamá por las tropas
norteamericanas. Sería allí donde viviría uno de los momentos más trágicos,
tristes e indignantes de su vida profesional, el asesinato de su compañero, el fotógrafo Juantxu Rodríguez por disparos de los americanos, por el
que todavía no ha pagado ningún culpable “Todo muy guarro. Murió al primer
disparo. Me dio tanta rabia que regresé a Barcelona”. Tuvo miedo y se le metió
muy dentro la idea de la muerte, pero Torres decidió continuar para no quedarse
paralizada. Cubrió la guerra de Haití. "Allí los americanos no hicieron daño
porque lo estaban haciendo los propios haitianos”. Desde Líbano fue cronista
del conflicto armado entre Hezbolá e Israel "En una guerra hay que saber
esconderse, es más importante tomar la foto que que te maten". Se quedó a
vivir en Beirut, donde fue muy feliz a pesar de la guerra “Es increíble la
capacidad de adaptación de la gente· Hay que contarlo para no olvidar y cada
reporterx tiene su conflicto y un lugar donde dejó su alma”. Parece que el suyo
fue Beirut, donde escribió 'Mujer en guerra. Más másters da la vida' en 1999, una
autobiografía periodística y confiesa que Amante en guerra de 2007 es una
declaración de amor a la ciudad de Beirut “Los hombres suelen ser accidentales.
Lo verdaderamente estable es la lucha que una entabla para convertirse en un
ser humano decente”. También de su estancia en Beirut es la novela de Amistad y Ausencias Esperadme en el cielo, dedicada a sus incondicionales amigos Terenci Moix y Manuel Vázquez Montalbán, que fallecieron en el mismo año, "Por su confianza en mi, por su cariño y su generosidad". La escribió en 2009 y por ella le concedieron el Premio Nadal. Nos encanta la portada de esta novela, tremendamente ilustrativa de la hermosa relación de Maruja con los dos reputados literatos. En ella aparecen lxs tres de espaldas sentados en un cine, Maruja en el centro con cada brazo por encima del hombro de cada uno de sus Amigos.
Comenta que en su época no había mujeres reporteras en las guerras, que ella se lo tenía que currar mucho para que la enviaran allí y con los
compañeros no era fácil “Caía mal al principio, luego me portaba como un tío,
iba a beber con ellos y no iba de estrella, siempre estaba en primera línea y
así me ganaba su respeto”. En relación con esto, en esa época machista que le
tocó vivir fue víctima de abusos sexuales por parte se jefes y compañeros, como tantas otras. Vivió
diez años en pareja y opina que “Cuando te juntas con alguien no eres libre.
Empecé el periodismo cuando no tuve pareja, cuando fui realmente libre, y
florecí como persona cuando empecé a tener voz propia dentro del
periodismo”. Reflexiona “Yo veía que mi madre quería que yo hiciera lo que ella
había hecho: casarme, tener hijxs, todo lo que a ella le había hecho muy
desgraciada, y claro, yo solo quería huir de aquello". Respecto a no tener
hijxs opina "Imagínate que yo tengo ese niño que no deseaba, me hubiera
dedicado a él y a lo mejor hubiera sido una mala madre en vez de una buena
periodista".
A las ya citadas obras, es obligado añadir:Un calor tan cercano de 1998, por la que ganó el Premio de Literatura Extranjera. Amor América, un viaje sentimental por América Latina, de 1993. Como una gota, artículos, de 1995. Un calor tan cercano, de1997. Mientras vivimos, en el 2000, por la que le
concedieron el Premio Planeta, que dedicó a Carmen Kurt. Hombres de lluvia, de 2004. Fácil de matar, de 2011, novela negra ambientada en Beirut. Sin entrañas, de 2012, Diez veces siete, de 2014 y Manuela Carmena en el diván de Maruja Torres, 2015. También le han concedido importantes galardones periodísticos como el Premio
Víctor de la Serna, por la Asociación de la Prensa de Madrid en 1986. El Premio Francisco Cerecedo en 1990 y en 2020 el Premio Luca de
Tena por su trayectoria periodística.
Periodista de raza, dice que “Ya está amortizada” y que le fallan las
piernas, pero a sus 80 años “Eres tan joven en tu vejez como lo fuiste en tu
adolescencia, porque todo te sucede por primera vez. Eres la misma mujer o el
mismo hombre que fuiste. Ser vieja no es un insulto, es un logro”. Sigue
concediendo entrevistas y “Si van saliendo cositas...”.De espíritu joven y mente muy lúcida es muy activa en
Twitter, porque considera que la síntesis es muy buena en periodismo. En esa
red social tiene cerca de 200.000 seguidores “Empecé con los caracteres de
plomo y ahora tecleo en Internet”. Sobre la muerte“No quiero morir sola. Quiero otro ser humano
que me abrace. A ser posible una piel amiga. La vida da muchas vueltas.
Nunca puedes creerte que estás en el punto muerto de tu carrera, de tu
historia. Cada edad tiene su tiempo, tiene su reflexión, tiene su miedo y
tiene su éxito”.
Que buena y que auténtica és! Gracias por la entrada! 👏
ResponderEliminarSí, hay pocas como ella.
ResponderEliminarGracias por comentar.