“En todas las entrevistas me hacen la misma pregunta: ¿España es racista? Pues sí, claro. Y se llevan las manos a la cabeza. Si España no es racista ¿por qué a mi hija la siguen llamando negra de mierda? Para mí, ser una mujer negra en España es un reto”.- Desirée Bela-Lobedde

Hay tantísimos frentes abiertos, tantas particularidades, tanta casuística para lograr la igualdad, que se presenta como tarea inabarcable a corto plazo. Hoy queremos poner el foco en las mujeres negras que viven en nuestro país. En la discriminación a la que se ven sometidas. Cómo constantemente confundimos raza y nacionalidad. Una etíope es una Negra, una española es una Blanca. Si una negra ha nacido en España, siempre le preguntaremos de dónde es y le forzaremos a dar más explicaciones de las necesarias, a vivir innumerables situaciones racistas, tan asumidas, que ni siquiera nos damos cuenta de que lo son… o sí. No lo sabemos porque estamos muy ocupadxs debatiendo sobre por qué han puesto un personaje de tu serie favorita negro cuando en el libro no lo era.


Desirée Bela-Lobedde nació en Barcelona en 1978. Es hija de padres guineanos y fue la única niña negra de su clase. Se dio cuenta de que era negra cuando tenía seis años y alguien se lo llamó a gritos por la calle. Marchó para casa llorando a  contárselo a su madre, pero esta no le dio ninguna importancia. Así que no se volvió a quejar “La indefensión aprendida es esto, si yo denuncio y no se me escucha…”. A los 13 años la policía le paró para pedirle los papeles en lugar de la documentación “¡Cuando yo nací en España! ¡Mis padres son españoles! Eso te marca muchísimo y no voy jamás sin el DNI, nunca”. Siguió con su vida, soportando episodios de racismo con frecuencia. Fue a la Universidad, pero hasta los 20 años ni siquiera tenía amigas negras. Entonces empezó a relacionarse con personas negras y se fue dando cuenta de que su sus vivencias eran compartidas “Cuando tienes relación con otras personas negras y comprendes que tu experiencia no es individual (que no soy yo la que tengo la piel fina y me tomo las cosas mal) es cuando despiertas”. Comenzó su lucha colaborando en proyectos como Locas del Coño y PlayGround Magazine.

Así, juntas dieron con el activismo estético “Para las personas negras, la piel y el cabello son partes de nuestra identidad que han sido sistemáticamente sometidas a procesos químicos, para aclararla o alisarlo a causa de los cánones de belleza establecidos, que ponen en valor unos rasgos que son completamente diferentes de los nuestros. El pelo ha sido y es un elemento más de opresión y cuando te encuentras en una sociedad en la que los inputs son pelo liso y hacia abajo y tu pelo no es así, por la voluntad de querer encajar, pasas por el aro y hay unas implicaciones en la salud importantes. Hace poco hablé con Liliana Valencia, que es periodista, colombiana, y me explicó que ha tenido quistes en el útero relacionados con la química de los productos que utilizamos para alisarnos el pelo. Es una violencia autoinfligida brutal”. Cuando una blanca se apropia de esta estética está bien, mientras que las negras tienen que pasar por esos procesos “Porque es muy fácil decir ‘yo no soy racista’. Lo malo es cuando le pones un pero, o desmereces el dolor que me causa la discriminación o me tocas el pelo, invadiéndome sin permiso”. En 2010  hizo un blog que trataba sobre el cuidado de lxs bebés, hablaba de los peinados que les hacía a sus hijas, contaba sus reflexiones sobre su estética, etc. Se dio cuenta de cuantas personas negras reaccionaron, viendo que lo que estaba haciendo era activismo y política.  En 2016 denunció a Youtube y a varios de sus usuarios por comentarios racistas. Youtube le respondió que los comentarios ‘puta africana de mierda’ no vulneraban sus normas, aunque después dirían que la respuesta se había generado automáticamente. Así que en  2017 cerró sus redes sociales. Y es que las utilizaba para relatar el racismo estructural que hay en España en todos los ámbitos, incluidas las instituciones.

Es evidente lo poco que ayudamos, incluso creyéndonos feministas interseccionales “Es lo mismo que les pedimos a los hombres cuando hablamos de feminismo. Por eso también esta relación tan complicada con el feminismo hegemónico. Hay muchas mujeres blancas feministas que no se dan cuenta de que, ante nuestras reclamaciones y denuncias, reaccionan igual que los señores cuando ellas les señalan una conducta machista. ¡Y no son conscientes! Me han llegado a acusar de inventarme lo de feminismo blanco o negro. ¡Yo! Pero vamos a ver, ¿quién soy yo, después de dos siglos y medio de mujeres negras reclamando sus derechos? Esto demuestra la poca educación que aún persiste y el que muchas no hayan leído nunca a pensadoras negras, ni siquiera a Angela Davis”. Explica que no existe este feminismo hegemónico porque no vive la misma discriminación una mujer blanca que una negra. No hay un único enemigo común como algunas feministas creen. Por ponerlo en contexto, tampoco será igual el machismo que sufre una política millonaria que una limpiadora que no llega a fin de mes, o la discriminación que sufre una mujer LGTBIQ “A mí hay cosas que me pasan por ser mujer y otras por ser negra y esa experiencia tú no la tienes, así que no puedes ser tú quien decida cómo tengo que actuar y comportarme, ni por supuesto ejercer de portavoz con la condescendencia y la infantilización encima a cuestas. Ese tenemos que dar voz… Mira no, yo, voz, ya tengo. Lo que tienes que hacer es pasar el micrófono o salir del centro”. Es cierto que muchas veces hablamos sin saber, cuándo lo que deberíamos hacer es echarnos a un lado, escuchar y apoyar, tal como Desirée explica. Además, otras discriminaciones ni siquiera nos han interesado nunca a las blancas “En la agenda feminista española, la lucha anticolonialista, antirracista y antixenófoba la estamos metiendo las mujeres racializadas”. Las mujeres solemos decir que hay que dirigir las campañas hacia los hombres, educarlos a ellos a no agredir y no a nosotras a defendernos. Las negras, además, tienen que ayudar a sus hijxs a gestionar cuando nuestrxs hijxs son racistas “Comienza toda una educación antirracista para que tengan herramientas y puedan sobreponerse a una serie de comentarios que van a llegar, tarde o temprano van a llegar. Las tienes que armar para que tengan recursos y el impacto sea el menor posible”. Todo esto les va desgastando y es muy traumático “Hay estudios que hablan sobre el trauma racial y cómo el colonialismo y el racismo tienen implicaciones en la salud mental de las personas racializadas. Es un machaque constante, te están sometiendo a una luz de gas constante. El ¡no, mujer, no ha sido así! Son cosas tuyas”. Pero no son cosas suyas, porque se enfrenta cada día “Yo llamo por teléfono para ver un piso y como tengo acento español porque soy española me citan sin problema, luego me presento allí y se llevan una sorpresa. Algunos te dicen ´Ay, es que ya lo tengo alquilado…'”. En sus entrevistas de trabajo más de lo mismo “Concerté una entrevista en catalán, entré en la recepción, me atendieron, pero iba acompañada de una amiga, Elisenda, que es blanca. Esperábamos en una sala de espera y cuando entró el responsable que me iba a hacer la entrevista, el hombre abrió la puerta y directamente le extendió la mano a mi amiga Eli. Me levanté inmediatamente y me fui”.

Mucha gente cree que dar voz implica que nos estén constantemente explicando lo que significa ser negra y no, ningún activismo tiene por qué ser pedagógico con quién no quiere estudiarlo por su cuenta. Además pocxs somos conscientes de nuestro racismo “¿Cómo me vas a llamar racista a mí, si soy socia de Amnistía Internacional, tengo apadrinado un niño en la Vicente Ferrer, un cuñado guatemalteco y mis hijxs juegan en el parque con dos niñas gitanas?”.

Considera importantísimo que existan espacios no mixtos, en los que las personas negras puedan descansar de todo esto. Estuvo casada con un blanco y explica con todo conocimiento de causa por qué ahora rechaza tener una pareja blanca “En mis relaciones sexoafectivas no puedo estar lidiando con machismo y racismo. ¡Con las dos cosas no puedo! Un señor heterosexual al final no deja de ser un señor y ahí ya hay que estar haciendo una pedagogía. Mira, si encima de la feminista tengo que estar con la antirracista…”.

Desirée quiere que se hable de ella como escritora y activista afrofeminista y antirracista. Entre sus libros se encuentran: Ser mujer negra en España (2018), Minorías (2021) y el libro infantil Color carne (2022). También es columnista en Público y colaboradora en el programa Vostè primer, en RAC1. Se la considera como activista digital, por la labor que hace en sus redes sociales desde que las volvió a utilizar. Al final es el medio más accesible hoy en día. También hace talleres y formaciones, así como un podcast. Por otro lado, trabaja como Funcionaria en el Ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú “Siempre estás sometida al qué bien hablas castellano, o qué bien hablas catalán o a que se sorprendan cuando digo que tengo una carrera universitaria o que trabajo en el Ayuntamiento y soy funcionaria. Esa reacción de sorpresa continua y el cansancio que eso conlleva, la fatiga…Siempre, en algún momento, alguien se las ingeniará para hacerte saber que jamás vas a ser de aquí”. 

Respecto al futuro se considera realista “Todo esto está montado y es herencia de un sistema que lleva siglos funcionando. En comparación, no somos nada. Yo no lo veré y mis hijas no creo que vean cambios significativos. La mayor me cuenta comentarios que le hacen amigas suyas y no difieren nada de los que me hacían a mí cuando era adolescente”. Pero “Todo lo que hacemos aporta y a lo mejor mis hijas cuando sean adultas estarán en otra situación, o las hijas de mis hijas, pero el cambio llegará”.

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