"Todos los sucesos extraños y terribles son bienvenidos, pero despreciamos los consuelos" .- Cleopatra
Que la realidad supera a la ficción ya lo sabemos. De hecho, resulta curioso que nos encanten esas series y películas de rollo antiguo y nos aburrieran las clases de Historia. Será porque al dedicarle pocas horas lectivas no daba tiempo a hacer una revisión a fondo de ningún periodo. Y es que la vida de algunas personas bien podría ser una trama de Juego de Tronos. En su caso, el mito ha superado a la realidad para quienes estudian el pasado. Por suerte, nos da igual si Cleopatra era tan seductora o no, solo nos importan la inteligencia, la astucia y las dotes políticas de la última reina del Antiguo Egipto, que supuso una amenaza femenina para el Imperio Romano. A su muerte, el país del Nilo se convertiría en una simple provincia del Imperio Romano.
En el 41 a.C., con 28 años se reunió con Marco Antonio, gobernador romano de los territorios de
Oriente y se enamoraron. Tuvieron dos hijxs gemelxs, Alejandro Helios
y Cleopatra Selene. Sin embargo, Marco
Antonio regresó a Roma para
casarse con la hermana del nuevo emperador romano, Augusto. Pero seguía enamorado de la reina
egipcia, y regresó a Oriente cuatro años
después para casarse con Cleopatra y tener su tercer hijo, Ptolomeo Filadelfo. Hubo un corto periodo de prosperidad
para Egipto, hasta consiguieron conquistar Armenia. Cuando Augusto se enteró de la traición de su
cuñado, en el 32 a.C les declaró la guerra “Al alabar a Antonio, he desanimado
al César”.
Esta guerra la ganó de forma apabullante, otra vez, Roma en el
año 30 a.C.. Marco Antonio se suicidó antes de caer derrotado y Cleopatra, que
solo se mantenía viva por sus hijxs, negoció con Augusto para que les perdonase
la vida, pero este asesinó a Cesarión, el último rey Ptolemaico. También ella se
enteró de que Augusto tenía intención de llevarla a Roma y exhibirla como
trofeo de guerra, a lo que Cleopatra respondió suicidándose como su amado. Los
historiadores no se ponen de acuerdo en si se clavó un puñal o se dejó picar por una serpiente venenosa “Nada
podría separarnos en la vida, pero ahora, en la muerte, es probable que
cambiemos de lugar, tú, el romano que yace aquí en suelo egipcio, y yo, la
mujer indefensa que soy, enterrada en Italia”. Se dice que su último deseo fue
que la enterraran con Marco Antonio y que le fue concedido. A día de hoy, el paradero de estas tumbas sigue siendo desconocido.
Una de las teorías que se baraja es que quizá haya quedado sepultada
debido a las sucesivas crecidas del
Nilo.
A su muerte, el importante reino egipcio pasó a manos romanas. Lxs hijxs de
Cleopatra con Marco Antonio fueron llevados a Roma para que lxs cuidase la
exmujer de su padre. Se sabe que solo sobrevivió la hija Cleopatra Selene que se casó con Juba II, rey de Mauritania, y que ella colaboró en la modernización del país. El nieto de Cleopatra, último descendiente de la
dinastía, fue asesinado por Calígula en el año 40 d. C.
De Cleopatra se destaca que amaba la cultura y la historia de su país. Eso la hacía más querida por lxs egipcixs, a diferencia de sus predecesores. Los romanos destruyeron la mayoría de su legado, no obstante, se han hallado representaciones suyas en monedas y ánforas. Su tratado de belleza, en el que explicaba cómo se maquillaba: párpados color azul, labios carmín, azul en su frente y sus manos. También contaba que se bañaba en leche de burra con miel. Sentía gran fascinación por los gatos, animal sagrado en el antiguo Egipto. Dicen que se inspiraba en la mirada felina para pintarse los ojos. De Marco Antonio y Cleopatra se han escrito ríos de tinta, hasta el mismo Shakespeare escribió una tragedia, hay óperas como la de Samuel Barber con libreto de Franco Zeffirelli, fue llevada al cine con gran éxito interpretada por Elizabeth Taylor, etcétera. Un historiador de la época narró de ella: ‘No era tal que deslumbrarse o dejase parados a los que la veían, pero su trato tenía un atractivo inevitable, y su figura, ayudada de su labia y de una gracia inherente a su conversación, parecía que dejaba clavado un aguijón en el ánimo. Cuando hablaba, el sonido mismo de su voz tenía cierta dulzura, y con la mayor facilidad acomodaba la lengua como un órgano de muchas cuerdas al idioma que quisiese’.
A pesar de todo, ella no fue la faraona más importante de la historia, ni siquiera gobernó en solitario, como sí lo hicieron sus antepasadas Hatshepsut (entre 1479/1457 a.C.), Neferusobek (1798/17943 a. C) y Tausert (1194/1186 a.C). Pero Cleopatra, aparte de un referente cultural, siempre será la faraona más joven y la última del antiguo Egipto, una importante diplomática, no cuestionamos sus métodos, que supo mantener un reino en su época de mayor crisis. También fue comandante naval, lingüista y escritora de tratados médicos “Mi honor no fue cedido, sino conquistado simplemente”.
Comentarios
Publicar un comentario