La mujer más poderosa del mundo del fútbol: Marina Granovskaia

No son muchas… Todavía. De todxs es sabido que el mundo del fútbol es eminentemente masculino. Está costando. Aunque, demasiado lentamente para nuestro gusto, se van reconociendo los derechos de las futbolistas, aún queda un abismo para igualarse con los chicos, sobre todo en lo que se refiere a las ingentes cantidades que cobran ellos. Y si entre jugadoras y jugadores las diferencias son enormes, no digamos entre quiénes mueven los hilos. En los cuadros técnicos y en las direcciones deportivas de los equipos, incluso en las secciones femeninas, las mujeres se pueden contar con los dedos de las manos. Y sobraría alguno. 

Marina Vladimirovna Granovskaia nació en Rusia en 1975, aunque se sabe que tiene también la nacionalidad canadiense. Es tan celosa de su vida privada que no ha trascendido a la opinión pública absolutamente nada acerca de su familia. Parece que hizo sus pinitos en el mundo de la música y la danza, y que luego estudió Lenguas Extranjeras en la Universidad de Moscú. Se graduó con notas excelentes a los 22 años y enseguida empezó a trabajar como secretaria en Sibneft, empresa petrolera rusa de Roman Abramovich. Marina hasta ese momento no había tenido ninguna vinculación con el mundo del fútbol ni con el de la empresa, pero como hablaba varios idiomas estaba muy valorada como asistenta personal del magnate ruso. En 2003 Roman Abramovich vendió Sibneft a la compañía Gazprom por una suma de dinero tan alta que le dio para comprar un equipo de fútbol londinense, todo un Chelsea F.C por 140 millones de libras. Bien es cierto que por aquel entonces no era el equipazo que es ahora, pero vaya. Marina continuó siendo la secretaria de Roman, le planificaba  la agenda, le organizaba absolutamente todo y, por ello, tuvo que mudarse a Londres con él. Era tan buena en el trabajo que se ganó la confianza absoluta de su jefe, siendo su consejera en los diferentes asuntos de la dirección de los 'blues', por su camiseta azul.

Con esta inversión, el Chelsea se convirtió en el primer club exitoso del siglo XXI a golpe de talonario. Empezaron los grandes fichajes, ganaron su primera liga inglesa (Premier League) a la siguiente temporada, una copa poco después... Pero como hemos visto recientemente con Manchester City o PSG, a estos nuevos ricos se les sigue resistiendo la Champions.

Curiosamente en esto tuvo mucho que ver Marina. Tras una eliminación dramática en la máxima competición europea, los directivos del club decidieron vender a varios jugadores, entre ellos Didier Drogba,  ella dio la cara por él, apostando por su renovación y diciendo que ella respondería de su juego. Probablemente en parte porque los resultados no acababan de ser como él esperaba, a partir de 2010 Roman Abramovich fue perdiendo interés por la gestión directa del club y Marina dio un salto cualitativo, ganando importancia y pasando a ser la representante del ruso en el club, su portavoz y la que tomaba las decisiones del día a día.

Algunas polémicas, como el fichaje de Fernando Torres desde el Liverpool, en su momento el más caro de la Premier, que pese a no dar los resultados esperados ni lograr nunca rendir al nivel en el que rendía en su ex equipo, fue, junto con el ya mencionado Drogba, jugador clave para que el Chelsea consiguiera ganar su primera Champions en 2012.

No sabemos si en la renovación de Drogba ella tenía alguna clausula pero al año siguiente Granovskaia entró en la Junta Directiva, con el puesto de responsable de las transacciones y de los acuerdos comerciales del Chelsea. Se la consideró fundamental para cuadrar las cuentas del equipo en una época muy convulsa, después de recibir  una sanción económica por la gestión de la cantera y las cesiones de jugadores.

Ese mismo año decidió reincorporar a Mourinho como entrenador cuando este no gustaba demasiado al presidente, pero de su mano levantaron una vez más la Premier.

La ruso canadiense siempre ha demostrado tener capacidad más que suficiente para negociar y encargarse de la administración del club, lo que le llevó ya en 2014 a Directora General, tras lo cual el periódico británico The Times la nombró mujer más poderosa del mundo del fútbol.

Sus interlocutores en los fichajes han manifestado que es una líder firme y experimentada. En 2017 protagonizó un acuerdo histórico con la marca deportiva Nike por mil millones de euros. Quizá por eso se ganó el calificativo de Dama de hierro. En Madrid algo deben saber de ello, pues negoció muy duramente los fichajes de Hazard y Courtois con el Real Madrid y los de Morata y Diego Costa con el Atleti, recuperando y mejorando siempre la inversión de su club.  Con estos datos no es extraño que la revista Forbes la eligiera como la quinta mujer más poderosa del deporte de todo el mundo en 2018.

Tras otra sanción en la cual estuvieron dos mercados de fichajes sin poder hacer transacciones, Granovskaia apostó por el mítico exjugador Frank Lampard como entrenador y por utilizar a canteranos. Así, en 2021 consiguieron clasificarse para la Champions. Gestionando adecuadamente la venta y contratación de jugadores, ese verano rompió literalmente el mercado de fichajes. Justo cuando el resto de los equipos europeos estaba peor de fondos debido a la crisis provocada por el coronavirus, el Chelsea invertía 247 millones de euros en nuevas incorporaciones, gracias a lo cual el equipo ganó otra Champions League en la temporada 2021-2022, nada menos que al todopoderoso Manchester City. Justo cuando Marina confió en el entrenador que había perdido la final de esta misma competición el año anterior Thomas Tuchel, tras haber echado a Lampard, no sin cierta polémica. También ganaron su primer Mundial de clubes.

Granovskaia además ha impulsado e invertido en el equipo femenino, que ha ganado  casi todo en Inglaterra en los últimos años, en parte por el fichaje en 2019 de la delantera australiana Samantha Kerr. También consiguieron llegar a la final de la Champions en la pasada temporada, aunque finalmente perdieron frente al Barcelona por 0-4.

El último premio que le ha sido concedido a la rusa es nada menos que el nombramiento como la Mejor Directora de Club en el fútbol europeo. Esto ocurría  paradójicamente en los premios Golden Boy. Durante más de una década todo en el Chelsea  pasó  por su supervisión. Pero con la invasión de Ucrania, Abramovich, como oligarca ruso que es, ha sido puesto en tela de juicio relacionándolo directamente con Putin, y el Reino Unido le obligó a vender el club no permitiéndole tener negocios en el país. Una vez más Marina también ha sido una pieza clave en la venta del equipo al empresario multimillonario norteamericano Todd Boehly.

Ella, a sus 47 años, tendrá que abandonar el club cuando termine el mercado de fichajes. Lxs compñerxs le han despedido dándole las gracias por sus excelentes años de servicio. No sabemos si continuará su carrera junto a Abramovich o si le habrá tomado gusto al fútbol y buscará un nuevo equipo al que dirigir.

Llama poderosamente la atención que Marina hoy en día no tenga redes sociales, nunca conceda  entrevistas, y que solo aparezca en fotos esporádicamente, y por supuesto, siempre  relacionadas con su profesión, nunca personales. Ese comportamiento tan anónimo le da un aire misterioso, que perciben hasta lxs propixs aficionadxs del Chelsea. Se dice que su buena gestión pasará a la historia del club en el que consiguió un equilibrio entre  ingresos y gastos. Con ella al frente, el equipo masculino del Chelsea lo ha ganado todo.

Y si el misterio de la vida de Marina sorprende,  cuidado con la que parece que será su sustituta, la polifacética Barbara Charone, que viene del mundo de la música, amiga íntima de los Rolling Stones, descubridora de Madonna, agente de grupos musicales muy famosos y además de fanática del Chelsea desde pequeña. Seguiremos su trayectoria.

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