“El cambio tiene que ir deprisa porque la destrucción va más deprisa. Estamos en un momento crítico y tenemos que actuar todxs. Yo creo mucho en la sociedad actual”.-Rebeca Atencia

Hasta hace no mucho la mayor parte de la deforestación de los bosques tropicales se debía básicamente a actividades de subsistencia. Con la tala indiscriminada de árboles y los monocultivos de aceite de palma, en los últimos años está avanzando a pasos agigantados.  Esto permite que los furtivos tengan más fácil el acceso para poder cazar a los animales y venderlos en el mercado negro, reduciendo su población o dejándolos en peligro de extinción. Se necesita una tarea de concienciación de lxs nativxs, pero también de los países desarrollados que demandan la madera y los animales exóticos de allí.

 
Rebeca Atencia nació en Ferrol en 1977. Es la sexta de siete hermanxs y se crió en una casa de campo a las afueras de la ciudad, en contacto continuo con los mágicos bosques gallegos. Siempre le gustó la naturaleza, de hecho, aprendió a distinguir los árboles, los animales y sus sonidos de la mano de Jaime, un guarda forestal amigo de la familia que conocía el monte hasta el punto de saber  la  localización de las guaridas y de los nidos de los animales. 

Cuando Rebeca tenía 9 años ocurrió un suceso que le marcaría de por vida. Hubo un incendio tremendo que arrasó el monte de su zona. Ella y sus hermanxs fueron a visitar a Jaime y pudieron constatar  que había rescatado de las llamas a varias crías de animales, a las que curó y luego devolvió a su entorno natural. Entonces fue cuando Rebeca decidió su profesión “Quiero ser veterinaria y salvar animales como Jaime". Sus padres siempre la apoyaron en sus decisiones. Así que, dicho y hecho. Cuando acabó bachillerato se fue a hacer la carrera de Veterinaria a la Universidad Complutense de Madrid. En ese periodo estuvo de voluntaria en varios centros de recuperación de animales, trabajó en safaris y también en el zoo “Quería aprender en todas partes. Al  terminar la carrera sabía anestesiar un león”. Pero los chimpancés le impresionaban mucho “Cuando miras a un chimpancé a los ojos, es como mirarte a ti misma. Sus gestos, sus expresiones y sus movimientos corporales son tan parecidos a los nuestros que te hacen estremecerte por dentro”. En 2004 le surgió la oportunidad de ir a trabajar con la ONG Help Congo en la reintroducción de chimpancés y  no dudó ni un instante. Iba por un año, pero le fascinó tanto la selva que se quedó “La selva de Congo te enamora y África te atrapa con su encanto. Sabes cuando llegas a África pero no cuando te vas”.

Hasta 2010, la pérdida de monte de Congo era relativamente baja debido a las guerras, a la inestabilidad política y a su agricultura a pequeña escala. Pero en 2019 ya se habían perdido más de 6 millones de hectáreas de bosque “Se está destruyendo la selva. A los animales les quitan la casa y a nosotrxs oxígeno, porque la selva son los pulmones del mundo. Hay que mirar un poco más lejos del jardín que rodea nuestra casa. Hay mucho en juego”.

Rebeca llevaba 10 meses trabajando y viviendo en la República Democrática del Congo cuando la famosa primatóloga Jane Goodall visitó su centro de trabajo y  quedó tan  impresionada por sus labores en la ONG, que le propuso dirigir el centro de rehabilitación de chimpancés Tchimpounga, nada menos que el Instituto Jane Goodall “Jane impresiona. Es un alma joven en un cuerpo mayor. La conocí en mitad de la selva y me ha apoyado muchísimo porque tiene muchísima energía”. En 2016,  Atencia finalizó su doctorado en rehabilitación de chimpancés.

Cuando la gallega llegó a Congo no la aceptaron mal, por ser europea. Enseguida se dio cuenta de que había muchos trabajadores pero sin estructura jerárquica y de que no había ni una sola mujer. Consideró que para que los equipos de trabajo fueran efectivos debía haber una persona al mando por cada diez trabajadorxs, así que examinó a todxs y promocionó también a las mujeres que reunían las cualidades requeridas para el puesto. Al principio los congoleños no lo aceptaban, argumentando que las mujeres tenían que estar en casa limpiando, pero ya se van acostumbrando. No obstante Rebeca tuvo que mostrarse muy  firme para conseguirlo, y para ser ella misma respetada. En 2019, de lxs 130 trabajadorxs a su cargo, 15 son mujeres en puestos de relevancia.

Su principal misión es proteger y tratar a los primates, para ello dice que hay que preservar el entorno y sensibilizar a la población del Congo y a las autoridades contra el tráfico ilegal de animales "Matan a sus madres para quedarse con la carne y a los bebés los venden como animales de compañía. Al chimpancé le está costando caro ser tan gracioso, entrañable y parecido a nosotrxs cuando es pequeño”. Comenta que la sensibilización de la población va en la buena dirección “Cuando llegué, preguntabas por los mandriles y te decían: ‘Sí, ¡están riquísimos!’. Empezamos a hacer sensibilización y ahora la persona que hace 10 años habría cogido un rifle para matarlo y  comérselo nos llama y dice ‘venid a buscarlo.’”

Lo que sorprende a Rebeca es lo parecidos a los humanos que son los chimpancés “Muchas veces sé lo que van a hacer porque yo haría lo mismo. La única diferencia entre ellos y nosotrxs es que nosotrxs podemos comunicarnos a través de la escritura y ellos no”. Destaca que cada chimpancé tiene una personalidad “Para muchos soy su madre, para otros, su médico. Algunos vienen a enseñarme sus heridas, otros saben que pongo inyecciones y escapan. He establecido vínculos muy fuertes, a veces surge una amistad de por vida y con otros chimpancés no te entiendes y entonces es peligroso”.

Respecto a esto cuenta que una vez un chimpancé con el que no se entendía le atacó y puso a la manada en su contra, haciéndole temer por su vida, pero otro chimpancé al que llamaban Kutu la protegió porque la conocía de todas las veces que Rebeca le había curado a él “Era su forma de darme las gracias. Mi hijo se llama Kutu por él”. Justifica el comportamiento agresivo de algunos porque "Llegan heridos y traumatizados, porque han asistido a todo tipo de atrocidades que les han hecho a sus madres y se fían poco de los humanos, como es normal".

Y, por supuesto, está en contra de la experimentación con animales en general y con chimpancés en particular “El hecho de que no hablen nuestro idioma no significa que no sufran, que no se den cuenta de las cosas. La ciencia ha avanzado mucho y hay alternativas para desarrollar vacunas”.

En 2021 ganó el Premio Sociedad Geográfica de España y es, según Newsweek, una de las 20 mujeres que inspirarán a las nuevas generaciones. Salió en el programa de RTVE1 Españoles por el mundo junto con su marido y sus dos hijos mellizos. Por otro lado, creó el proyecto Chimpamig@s para que cualquiera pueda apadrinar un chimpancé.

Está segura de que nunca se irá del todo de  África. Por la educación de sus hijos ha puesto la sede en Madrid, además va todos los veranos a visitar a la familia “Voy todos los veranos a Galicia con mis hijos y aunque suene raro, la verdad es que me recuerda mucho a Congo: la humedad, la lluvia, los olores... allí creen mucho en las meigas, y en Congo en las brujas sirena”. Este amor por su tierra se vio reconocido en 2019, cuando en su ciudad natal la consideraron una referente del empoderamiento femenino en la Ciencia concediéndole el galardón 8M que otorga el Concello de Ferrol.

Combina su trabajo en el Instituto Jane Goodall con el de  profesora en la Universidad. Asesora a otros países en temas de bienestar, salud, lucha contra el tráfico ilegal, etc "A los 40, no sé si es porque te salen arrugas, parece que ganas credibilidad, que la gente te escucha con más atención".

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