"No dejaba de pensar en lo importante que podría ser para ellas verme, no sólo intacta, sino viva y fuerte. Como una mujer que ha ganado poder al otro lado de su trauma, y que merece ser conocida, no como la suma de sus experiencias, sino como la suma de sus acciones".- Oksana Masters

El accidente de la central nuclear de Chernóbil ocurrió en 1986 al norte de Ucrania, que entonces pertenecía a la URSS. La explosión del reactor nuclear provocó la emanación de gases con enormes niveles de radiactividad, lo que hace que este desastre sea considerado como el peor  de la historia, junto con el de Fukusima en Japón en 2011. En Chernóbil murieron varias personas en el acto, pero lo peor es la gran cantidad de gente que aún está sufriendo las consecuencias de la radiactividad. Por fin, en el año 2000, se cerró esa central nuclear, pero hasta 2016 no consiguieron aislar completamente los restos del reactor, pero el precintado del sarcófago en el que están encerrados sólo tiene una durabilidad de cien años. Después, nadie garantiza que no siga habiendo fugas de gases. 

Oksana Masters, nació como Oksana Oleksandrivna Bondarchuk en 1989 en Khmelnytskyi (Ucrania). Es otro de los casos en los que el lugar de nacimiento determina la vida, ya que se trata de una zona de alta radiación, a 400 km de donde tuvo lugar el accidente nuclear de Chernóbil. La radiación provocó a Oksana diversas malformaciones: nació con un solo riñón, seis dedos en cada pie, y sin la parte de arriba del pulgar en las manos. Además, su pierna izquierda era 15 centímetros más corta que la derecha, y no tenía tibias.

Por si todo esto fuera poco, sus padres la abandonaron en un orfanato que resultó ser prácticamente el infierno. Lxs niñxs pasaban hambre, frío y sufrían abusos físicos y sexuales "Mucha gente no quiere creer lo que ocurre en ciertos orfanatos de Ucrania. Ocurren cosas horribles. Lo más difícil es decir en voz alta: He sufrido abusos".  Así pasó los primeros años de su vida, si es que a eso se le puede  denominar vida "Recuerdo cómo tenían esos largos pasillos, que se podría jurar que estaban diseñados para dar el máximo miedo posible. Recuerdo que hacía tanto frío que ver tu propio aliento era normal. Recuerdo que nunca estaban iluminados. Recuerdo la noche. La mayoría de las peores cosas, ocurrían a altas horas de la noche. Sólo necesito contar a la gente una lista de las cosas que ya no soporto: cuchillos, cigarrillos encendidos, cadenas metálicas. Todavía, a día de hoy, no puedo recibir un masaje y no asustarme".

Su salvadora fue Gay Masters, de Kentucky, de la que tomó su actual apellido, una profesora de universidad que, tras superar varios impedimentos consiguió adoptar a Oksana y llevársela a Estados Unidos. Su madre adoptiva y su nueva vida allí le ayudaron a superar en cierto modo los traumas "Mi madre, que me ha enseñado a convertirme en una persona que recuerda y olvida. Mi madre, que me ha abierto tantas puertas de la vida para que pudiera atravesarlas y enamorarme del mundo. Mi madre, que es la razón por la que estoy aquí y sé que nunca podré compensarle por todo lo que ha hecho por mí”. Respecto a su familia biológica, la que le abandonó, tuvo pensamientos de extrema dureza, pero ya no. "Solía odiarlos tanto. Solía pasar tanto tiempo preguntándome '¿Por qué alguien me haría esto? ¿Por qué abandonarme y dejarme sola? ¿Qué hice mal? ¿Qué he hecho mal?' Pero ahora que soy mayor, sé que no tenían muchos recursos y que intentaban sobrevivir, a su manera. También sé que, al final, tuve suerte porque lo que me pasó entonces es lo que me llevó a la vida que tengo ahora. Pero todavía tengo muchas preguntas, ¿sabes? Todavía me gustaría conocerlxs. Todavía me gustaría completar esa pieza del rompecabezas".

A los ocho años le amputaron la  pierna izquierda y a los trece la derecha,  por el intenso dolor que le causaban las malformaciones, además tuvo que pasar por el quirófano para que le reconstruyeran los pulgares.

Lo que seguro ni imaginaba  de niña  era que se convertiría en una mujer luchadora, en un ejemplo de superación y coraje,  ni  que sus problemas de nacimiento no lograrían impedir que hoy sea una deportista excelente y con una versatilidad increíble que le permite combinar deportes diferentes, y todos con éxito. En 2002 empezó a practicar remo, antes de que le amputasen la pierna derecha. Ya en 2010 comenzó a competir estableciendo una plusmarca mundial. En 2011 junto con Augusto Pérez, logró un segundo puesto en el Campeonato Mundial Adaptado.

Estos méritos provocaron que fuera convocada con el equipo paralímpico de Estados Unidos para las Olimpiadas de Londres 2012. Debutando con un bronce al formar dúo con el ex-marine Rob Jones, que también tenía las piernas amputadas por la Guerra de Afganistán. A destacar la hazaña de Rob que superó el reto de correr 31 maratones en 31 días.

Oksana se presentó por las disciplinas de esquí de fondo y de biatlón en los Juegos Paralímpicos de Invierno de Sochi 2014, consiguiendo las medallas de plata y bronce respectivamente. En los Juegos de Río en 2016 se inició como ciclista.

En los últimos, los de Tokio 2020, se colgó la medalla de oro en ciclismo, en la prueba de contrarreloj, en una distancia de 24,0 km, consiguió un tiempo de 45 minutos 40 segundos 5 centésimas. También el oro de ciclismo en ruta: corrió 66,0 kilómetros en 2 horas 23 minutos 39 segundos.

En total ya ha ganado nueve medallas repartidas entre diferentes deportes olímpicos.

En marzo de 2020 se publicó el documental Superviviente, en el narraba detalladamente los abusos físicos, emocionales y sexuales  que sufrió en los orfanatos en los que vivió en Ucrania "Todavía hay partes de mi historia que puedo recordar como si fuera ayer. Partes de mi historia que, para bien o para mal, siempre encajarán en mi memoria como un guante". Quiere que su testimonio ayude a niñxs y mujeres que hayan pasado por lo mismo, motivándolxs a encontrar aquello que lxs ayude a volver a ilusionarse con la vida “No quiero que la próxima generación de niñas y niños crezca sin tener una persona a quien admirar y a quien aspirar a ser. Todxs lxs niñxs tiene pósters de Michael Jordan en su pared ¿Por qué no puede ser normal que pase eso con alguien que haya tenido un accidente o que haya nacido con una discapacidad?”

Además, ese mismo año, fue galardonada con el Laureus, junto a otras estrellas como Leo Messi, Simone Biles y Lewis Hamilton.

Oksana intenta llevar una vida normal. Simbólicamente intenta ir tapando sus cicatrices con tatuajes, para representar que ahora sí tiene el control de su cuerpo y de su vida: tiene unas estrellas en la cintura, una llave en el costado, una rosa en la cadera y unas iniciales en la muñeca “Los tatuajes, a diferencia de las cicatrices tú los elijes, y cada tatuaje que tengo representa una parte muy importante de mi”.

Aprovecha las redes sociales para luchar por la normalización de la diversidad funcional, subiendo  vídeos de sus entrenamientos y de su vida cotidiana, llegando a millones de personas. Comenta que le gustaría formar una familia "Creo que sería una buena madre. Me gustaría enseñar a mis hijxs a ser fuertes e independientes, y a luchar por su voz".

Después de sus flamantes medallas de oro en ciclismo en Tokio, el próximo objetivo de Oksana son los Juegos de Invierno de Pekín, donde competirá en esquí nórdico.

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