“El deporte transmite unos valores que no solo se aplican a la vida deportiva, sino que se llevan a la vida laboral y al día a día”.- Bea Ortiz

Aunque en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920 se jugó un partido de exhibición, el waterpolo femenino no fue deporte olímpico hasta las Olimpiadas de Sidney en el año 2000. El masculino lo fue cien años antes, en las de París de 1900. En las de Tokio 2020, celebradas en 2021, han participado diez selecciones femeninas y doce masculinas. Una de las diez femeninas es la española, compuesta por trece excelentes jugadoras individuales, que con mucho esfuerzo, afán de superación, compañerismo y buen hacer, han vuelto de Tokio con la medalla de plata colgada al cuello. 

Beatriz Ortiz Muñoz nació en Rubí, Barcelona, en 1995. Sus abuelxs paternxs son de un pequeño pueblecito de la España vaciada, en la provincia de Burgos. Su padre nació allí y después fue a Cataluña, donde echó raíces y donde nacieron sus tres hijxs. Ella es la mediana.

Desde muy pequeña sus padres le inculcaron los valores del deporte. Hasta los diez años compaginó la Gimnasia con el colegio, mientras los hermanos varones hacían sus pinitos en el waterpolo, deporte con mucha tradición en su ciudad, Rubí. Así que un buen día Bea probó ese deporte acuático, y, de entrada no le acababa de agradar, pero le fue cogiendo el gustillo y hasta ahora. Al principio jugaba con niños “Y a veces, pocas, con alguna niña”. Esos primeros años fueron de trepidante actividad para la familia, los padres pasaban las tardes llevando y trayendo niñxs a la piscina, para los entrenamientos y las competiciones. Bea debutó en la máxima categoría y fue internacional con el Club Natación Rubí. Todo el esfuerzo había merecido la pena. Cuando Bea tenía quince años, el seleccionador nacional empezó a convocarla para jugar con la Selección española de waterpolo. Entonces, tendría que entrenar en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de San Cugat del Vallés, más lejos de su casa. “Me desplazaba al CAR en tren porque mis padres trabajaban por las mañanas, y como ya era un poco más mayor ya me dejaban ir con algunas compañeras. Al final nos juntábamos muchas y los viajes eran más amenos. Luego por la tarde después de entrenar, ya me venían a buscar”. Fueron momentos de mucho sacrificio, lesiones, alegrías, o decepciones si no la seleccionaban para jugar con el equipo nacional “Seis días, seis partidos y un fisio para quince jugadoras. Esta es la realidad”. Con la selección española sub 20 consiguió dos medallas de plata en el Campeonato Mundial Junior de 2013 y 2015.

La cosa cambió a mejor en 2016, cuando fichó por el Club Natación Sabadell, cantera de jugadoras y de grandes éxitos en este deporte acuático. Tenía 21 años y cuando menos lo esperaba, su nombre apareció en la lista de las trece chicas convocadas para jugar con la Selección en las Olimpiadas de Río de Janeiro. Sería su debut en unos Juegos Olímpicos y jugó el primer partido con muchos nervios “Salimos de la Villa Olímpica mucho antes del encuentro, por lo que tienes mucho tiempo para ponerte nerviosa, para pensar y la verdad es que llevaba unos nervios bastante considerables”. Cayeron eliminadas en cuartos de final ante la selección rusa y se tuvieron que conformar con el quinto puesto. Quedaron algo enfadadas, tenían la sensación de que no se apostaba por ellas, pero aprendieron de la derrota, no tiraron  la toalla sino todo lo contrario, y en 2017 consiguieron medalla de plata en el Campeonato del Mundo de Budapest. En 2018 la medalla de Oro en los Juegos del Mediterráneo celebrados en Tarragona, y la de Bronce en el Campeonato de Europa de Barcelona, donde Bea logró además el premio a la máxima goleadora “Hemos hecho partidos de 10 y eso es gracias a la cohesión del grupo, a lo unidas que estamos y a como nos apoyamos”.

En 2019 Ortiz dejó el CD Sabadell, equipo con el que consiguió tres Ligas, tres Copas, dos Supercopas de España y una Euroliga, para fichar por el Tarrassa “Necesitaba un cambio de aires, después de que acabara el contrato con Sabadell me ofrecieron un proyecto muy motivador. Me gustó la idea, enfrentarme a nuevos retos, nuevos objetivos y poder tener tener una liga más competitiva”.

Mientras, con la Selección consiguió ser subcampeona del mundo en el Mundial de Gwangiu, que les valió para conseguir una plaza  para las Olimpiadas de Tokio 2020 Después del parón en los entrenamientos que supuso el coronavirus, con las piscinas cerradas, Bea, como todxs, tuvo que tirar de carácter “Vamos a Tokio a vaciarnos, a darlo todo, con rabia y a sacar en la piscina todo lo que hemos trabajado y sufrido. ¿Medalla? Estamos en un momento excelente”. En 2020 se hicieron con el Oro en el Campeonato de Europa celebrado en Budapest. Y por fin en 2021 han vuelto de Tokio como  subcampeonas olímpicas, después de caer ante las norteamericanas.

En todos los partidos la actuación de Bea, al igual que la de sus compañeras, ha sido fundamental. A día de hoy es un pilar tanto de sus equipos como con la Selección. Arriesga en los lanzamientos con los que ha sido determinante en muchos partidos. Del waterpolo femenino piensa que “Ahora mismo estamos en una línea parecida al waterpolo masculino. Se nos empieza a valorar porque ganamos”.

Además de practicar el waterpolo estudia Comunicación Audiovisual, le encanta el cine, incluso antes de los partidos a veces se pone fragmentos de sus  películas favoritas para motivarse. No descarta dedicarse al séptimo arte cuando finalice su carrera en el waterpolo. “Voy a las salas y veo muchas películas. No estaría mal ser directora de cine en el futuro”. Respecto a lo complicado de compaginarlo con ser deportista profesional opina “Es muy duro irte diez días seguidos con la selección y llevar al día todos los trabajos”.

También le gusta viajar por todo el mundo y todos los veranos, siempre que las competiciones se lo permiten, vuelve a sus orígenes, a ese pueblo de Burgos, vacío durante el año, no tanto en verano. Precisamente allí, con un centenar de personas, entre las que destacaban sus atentxs y orgullosxs abuelxs, le han hecho un homenaje este verano por su trayectoria profesional y su flamante medalla de plata en Tokio “Bea ganadora, Puentedura te adora” ponía en la pancarta.

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