“Si una persona no trata de ampliar su expresión musical, seguramente no producirá música muy interesante y repetirá lo que ya conoce”.- Kaija Saariaho
Explora el sonido hasta el más mínimo detalle, siempre buscando la belleza. Deja volar la imaginación hasta escuchar sus obras tal y como suenan en su cabeza. Para que sus composiciones resulten cálidas y vivas, no duda en fusionar a su antojo la música electrónica con la acústica. Esta innovadora forma de expresión es su sello de identidad. Por todo esto, hoy se la considera una de lxs compositorxs imprescindibles de la música culta contemporánea.
Kaija Anneli Saariaho nació en Helsinki en 1952. Su padre trabajaba en la industria del metal y su madre era ama de casa. Desde muy pequeña Kaija tuvo interés por los sonidos de la naturaleza. Pasaba mucho tiempo en el campo y comenta que aún a día de hoy algunos de aquellos sonidos siguen formando parte de su música “Al mismo tiempo que es importante avanzar en la ciencia y cuidar el planeta, es igualmente importante cuidarnos como seres humanos. Y la música forma parte del ser humano desde que este existe”.
Siempre estaba imaginando
música “De niña escuchaba música que estaba en mi cabeza. Me imaginaba que
venía de mi almohada. Mi madre se acuerda de que yo le preguntaba si podía apagar
la almohada de noche para poder dormir, apagar la música que imaginaba en mi
cabeza”. Su padre compró un magnetófono con el que ella empezó a experimentar, a
pasar las cintas a distintas velocidades, a crear. Poco a poco fue jugando y
aprendiendo, a la vez que escuchaba música de Bach y otros compositores en una
pequeña radio portátil y aprendía a amar la música clásica “La ópera puede ser
mucho más que un pasatiempo. Puede ser un camino espiritual de elevación”.
Empezó a estudiar Bellas
Artes, pero no acabó la carrera. A los 22 años, su necesidad de componer se hizo
tan fuerte que decidió estudiar Teoría de la Música. Gracias a su testarudez
consiguió entrar en la Academia Jean Sibelius de Helsinki, y recibir sus primeras
lecciones de composición con Paavo Heininen, quien al principio le dijo
que no tenía sitio en su clase, pero ella se negó a irse, hasta que la admitió
como alumna. Corría el año 1976 y Kaija era la única chica de la clase “Algunos
profesores no querían enseñarme, porque pensaban que era una pérdida de tiempo”. Tenía que aguantar comentarios como por ejemplo ‘Eres una chica bonita
¿qué haces aquí?’. Opina “Me gusta hablar de la música que compongo, no de la
circunstancia de ser mujer. Se puede decir también que soy finlandesa o que soy
zurda”. Con varios compañeros fundó el grupo Ears Open con el objetivo de
dar a conocer en Finlandia la música que se hacía en el resto de Europa,
organizaron conferencias, seminarios, conciertos, invitaban a compositores, etc.
En 1981 la finlandesa decidió probar en
Alemania, pero allí los compositores daban las clases analizando sus propias
obras y no era eso lo que Saariaho buscaba “Cada vez tengo más claro que la
música tiene que estar hecha para ser escuchada y no para ser estudiada en una
partitura”. Así que en 1982 fue a París en busca de nuevos conocimientos y
sensaciones. En el centro de la experimentación musical, el Instituto de
Investigación y Coordinación entre Artistas y Música (IRCAM) por fin encontró
su sitio “Fui para saber más sobre el sonido y entenderlo mejor”. Eran
años en los que el panorama musical estaba dominado por hombres, y muchas
mujeres que vivieron en París la década de los 80 manifestaron lo difícil que
era abrirse camino siendo mujer. Pero Saariaho lo logró rápidamente “Soy feliz
por ser mujer y escribir música como mujer, pero encuentro reductivo el
describir mi música a través de mi género”.
Aprendió también de
sintetizadores, psicoacústica y, sobre todo, a componer con ordenador “Lo
aprendido allí me ayudó mucho a encontrar en mi interior la música que quería
escribir y a afianzar los métodos para hacerlo.” Jardin Secret (1984) grabada
en cinta magnetofónica o Lichtbogen (1986) inspirada en una aurora boreal
son algunas de sus primeras obras. En ellas combina música sintética, clásica y
sonidos de la naturaleza “En nuestra época tenemos medios que no había en
el pasado, y es lógico que queramos utilizarlos”.
Fijó su residencia en la
capital francesa en 1982, y allí sigue, aunque recibe su sueldo del gobierno finlandés, como compositora y artista. Al principio la mayoría de sus obras eran
música de cámara. No quería componer óperas por su fastuosidad, pero en París
asistió a varias y después de ver S. Francisco de Asís, con puesta en escena de Peter
Sellars, cambió de idea y
se dio cuenta de que es una de las mejores obras que se han compuesto.
Así que empezó a componer la ópera L’amour de loin que se
estrenó en el Festival de Salzburgo el año 2000, con escenografía de Sellars,
claro. Logró tal éxito que la representaron en los escenarios más importantes
de todo el mundo. Como anécdota decir que es la segunda ópera compuesta por una
mujer que se representó en la Metropolitan Opera de Nueva York, más de un siglo
después de la primera. La siguiente ópera de Saariaho, Adriana Mater, fue un
encargo de la Ópera Nacional de París en 2006. Trata la guerra de los Balcanes
desde un punto de vista femenino “Quiero defender la equidad y la libertad, y
quizá esos valores estén presentes en mi música”. La tercera, Émilie en Lyon, cuenta la vida de la matemática Émilie du Châtelet. En las tres, el libreto es del
escritor libanés Amin Maalouf, que con Saariaho hizo su incursión en el mundo
de la ópera.
La última es Only the Sound Remains , estrenada en 2016 en Amsterdam. Impecable cada movimiento de los personajes, cada rictus dirigido por Sellars que resaltan la grandeza de la música de Saariaho que estamos escuchando. Todo un disfrute para los sentidos. A pesar del cuidado de todos los aspectos, Kaija deja muy claro que en ópera lo más importante son las voces.
Pero entre la composición de
una y otra ópera, Kaija disfruta tomándose un tiempo para componer música de
cámara “Siempre quiero tener en mi calendario de composición tiempo para
inspiraciones tan repentinas que son fuente de la mayor parte de mi música de
cámara”.
Instituciones de todo el mundo como la BBC, el Lincoln Center de Nueva York, el propio IRCAM, y la Ópera Nacional Finlandesa, entre otros muchos han encargado composiciones a Saariaho. En su dilatada obra encontramos música electrónica, coral, vocal, bandas sonoras de pelis, de cámara, para solistas, y un larguísimo etc. Además, en su haber tiene numerosos e importantes premios.
Sobre la mujer y su papel en
la música clásica piensa que “Las mujeres han compuesto siempre, pero pocas
podían tocar o publicar su música. También es una cuestión práctica: componer
es un trabajo muy lento. Ahora se ha empezado a considerar aceptable que una
mujer pueda tomarse tanto tiempo para su propia creación. Pero todavía hay un
terreno musical especialmente difícil para una mujer: la dirección”.
A sus 68 años da gracias a la
vida por haberle dado hijos, para tener que dedicarles tiempo y así poder
desconectar de la música. Le gusta intercambiar experiencias y opiniones con
lxs jóvenes compositorxs “La situación de la joven generación es la más
difícil; no tienen las mismas posibilidades que nuestra generación aún sí
tuvo”. Intenta entender cómo ven el mundo actual, les brinda apoyo y estímulo y
a la vez se ve estimulada por ellxs, le ayudan a replantearse su propia obra
“Ser un artista hoy en una cultura rendida al comercio, es difícil y a veces
frustrante. Sé lo que pasará con mi música hoy. Pero no sé qué pasará mañana”.
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