“Me interesan los cruces entre la arquitectura y la escultura, creando espacios y momentos para la contemplación y reflexión ante el caos de la vida urbana contemporánea”.- Cristina Iglesias

Encontró su vocación después de un periodo de búsqueda. Antes se interesó por la Química, la Escritura o la Filosofía. Trabajó la arcilla con color porque le atraía la Pintura, y tras mucho experimentar se quedó con la Escultura, a la que no puede dejar de incorporar elementos de las demás artes. Hoy es una de lxs artistas españolxs más reconocidxs a nivel internacional, y tiene obras permanentes en los parajes más increíbles y en los museos más importantes del mundo “Mi obra construye lugares donde poder pensar, soñar o simplemente estar”. 

Cristina Iglesias Fernández Berridi nació en San Sebastián en 1956. Aunque su padre era científico, el ambiente de esa familia era muy cultural, debido a lo cual lxs cinco hijxs salieron artistas: uno es compositor, otro escritor, una guionista y un cineasta. Ella, escultora.

Cristina al principio parecía querer despistar a su destino y empezó la carrera de​ Ciencias Químicas. Pero su deseo de “Buscarme un lugar alrededor del arte desde el que poder hablar” hizo que dejara esos estudios para ir a Barcelona a estudiar dibujo y cerámica “Me interesaba ese material moldeable al que podía añadir color”. En la ciudad Condal encontró su vocación y después, en Londres, su profesión. Estudió Escultura en la Chelsea School of Art en Londres, donde conoció a artistas como Anish Kapoor “Descubrí conceptos de escultura mucho más abiertos, menos clásicos de los que yo conocía”. Eran los años de la denominada nueva escultura británica y comenzaban a tener presencia muchxs artistas británicxs y alemanxs “Fui conociendo a muchxs de ellxs, pero aun así me mantuve al margen. Siempre he sido una persona lateral”.

Su primera exposición individual fue en Portugal, y después, en la Bienal de Venecia de 1986 representó a España por primera vez. Este currículum hizo que, al acabar  los estudios en 1988, consiguiera una beca para estudiar en la Escuela de Bellas Artes del prestigioso Pratt Institute de New York. Cada vez era más respetada entre la profesión, exponiendo por todo el mundo: Expo de Sevilla 92’, Bienal de Sídney, Reino Unido y EEUU. Con esta magnífica trayectoria, cómo no iba a ganar ​el Premio Nacional de Artes Plásticas en España en 1999.

Pero con la repentina muerte de su marido, el también escultor Juan Mena en 2001, empezaron tiempos difíciles para ella. Los superó trabajando duro, y en 2003 expuso en la Bienal de Taipei y fue la primera española en participar en la Trienal de Folkestone (Reino Unido) en 2011 "En mi escultura está implícita la idea de caminar. Y este camino me ha llevado a poder comunicar mundos".

Entre sus obras públicas destacan una entrada del Museo del Prado, encargo del prestigioso  arquitecto Rafael Moneo. Se compone de seis grandes planchas, dos fijas en los laterales y cuatro móviles que cambian de posición seis veces al día, con forma de vegetales fosilizados en bronce. También, con el agua como un elemento recurrente a lo largo de toda su obra, están La Fuente Profunda, en el Museo de Bellas Artes de Amberes “Un gran estanque con un mecanismo que hace que el agua brote e inunde la vegetación esculpida en bronce. La idea es crear en el centro del atrio un estanque reflectante sobre un abismo, consiguiendo la ilusión de un corte profundo, en el que se pudiera ver el fondo y el agua desapareciera”.  Su obra Tres Aguas en Toledo constituye otra variedad sobre  este tema. Impresionante su escultura en el fondo del Mar de Cortés, para la que trabajó con biólogxs marinxs y tuvo que aprender a bucear. Es un símbolo para la creación de fondos marinos. Está instalada a 17 metros de profundidad, en una zona protegida “Imponer una pieza en un lugar tan bello me daba respeto. Pero ha sido una gran experiencia. Consiste en una celosía con un texto de la Historia natural y moral de las Indias, del jesuita fray José de Acosta del s.XVI, que habla de la idea poética de la Atlántida”. Está hecha con cemento de pH neutro, para que no altere el ecosistema.

Como se puede comprobar, Cristina Iglesias utiliza cualquier tipo de material para sus esculturas y grabados,  hormigón, acero, agua, cristal, bronce, bambú, hojarasca, etc “En realidad exploro el mundo: los materiales vienen detrás… El agua atraviesa el mundo y se almacena en bolsas bajo la superficie de lo que vemos y de pronto sale por algún orificio. A veces violentamente... Antes hablábamos del color. Pero si hablamos de la luz, trato de hacerla visible a través de materiales contundentes”.

La crítica describe su estilo como "pantallas que unas veces actúan para ocultar y, en otras ocasiones, son camino para atraer la atención del espectador hacia algo”. Se caracteriza por un uso de la geometría vegetal para  recrear los espacios arquitectónicos, alterando la forma de percibir los escenarios “Soy una escultora atraída por la arquitectura desde siempre”.​ Utiliza múltiples técnicas entre las que podemos destacar bajorrelieves, tapices o serigrafías en gran formato sobre seda y cobre “Siempre dejo puertas abiertas, por eso trabajo con muchas capas de lectura, como las que hay en una habitación o en una pared con un motivo vegetal, que primero intenta parecer una cosa, luego es otra y más tarde vas descubriendo la cantidad de recovecos de la imagen, hasta lo más escondido que puede estar en el detalle”.

Se dice que reivindica el derecho a contradecirse como artista “Se produce una reflexión consciente, mental, analítica, veo lo que hago y avanzó con variaciones, como en la música… El cine también me sirve a la hora de construir mi obra: una imagen puede crearte esa extrañeza; también pueden sobrevenir incomodidades que pueden resultar inspiradoras”. Le encanta que cada espectador saque sus propias y diferentes conclusiones sobre sus obras, esa controversia entendida como juego con el público.

En cuanto al lugar que ocupa la mujer en la escultura, Iglesias considera que no son pocas y que de hecho la rusa Katarzyna Kobro o la alemana Eva Hesse, a las que descubrió siendo estudiante, le han influido mucho “En España hay mujeres con obras importantes y aunque queda mucho por hacer, casi todos los arquitectos estrella tienen a mujeres de muchísima valía en sus equipos”.

Cristina está siempre viajando por exposiciones y por clases y conferencias que imparte. Sus obras se exponen en museos y colecciones de todo el mundo. A destacar el Centro Nacional de Arte y de Cultura Georges Pompidou de París, la Fundação Serralves de Oporto, el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, el Museum and Sculpture Garden de Washington, D.C., el Irish Museum of Modern Art (IMMA) de Dublín, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) de Madrid y la Tate Gallery de Londres. 

Sin ser arquitecta propiamente dicha, en 2020, la Royal Academy Of Arts de Londres le concedió el Premio de Arquitectura. Parece que sigue en forma, aunque sea más reconocida fuera que dentro de España “Que estoy ahí, que tengo una voz y que es la mía. Una voz que se compone de lecturas de todo lo que vemos. Esto te ayuda a completar miradas: nunca terminas de hacerlo. Es un mundo sin fin. Mi realidad es un espejo múltiple”.

En breve se inaugurará en su querida Donosti, en el faro de Santa Clara, Hondalea, una escultura cuyas piezas han tenido que trasladar en helicóptero en 45 viajes. Así, Cristina  Iglesias  compartirá con Eduardo Chillida el honor de ser profeta en su tierra.

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