“Esta afirmación de que soy una amenaza perpetua en la propagación de gérmenes tifoideos no es cierta. ¿Cómo voy a ser contagiosa si no estoy enferma?”.- Mary Mallon

Le resultaba imposible entender, como a tantxs otrxs, de entonces y de ahora, que siendo una persona completamente sana, que no había estado enferma en su vida y sin ningún síntoma, pudiera ser  supercontagiadora de una enfermedad. Aunque no fue la única portadora asintomática de fiebre tifoidea, sí la más vilipendiada. ¿Por qué? Quizá por ser inmigrante, o pobre, o una mujer sola. Lo que está claro es que escribió una página en la historia de la medicina, y que su caso sirvió para iniciar un interesante debate sobre la libertad individual frente a la responsabilidad estatal en una crisis de salud pública, que a día de hoy parece que unos cuantos negacionistas mantienen vigente. 

Mary Mallon nació el 23 de septiembre de 1869 en Cookstown, Irlanda del Norte. Le tocó vivir  las consecuencias de la gran hambruna irlandesa causada por la plaga de la patata, la Famine, que unida a las malas relaciones con la corona británica, empujó a más de un millón de irlandesxs a emigrar a los EEUU. Entre ellxs estaba Mary, inculta, pobre y con solo 15 años, teniendo que partir en 1884 rumbo a América para iniciar una nueva vida con sus tíxs

En el año 1900, la de Cookstown, pueblo de cocineros en inglés, curiosa broma del destino, empezó a trabajar como cocinera en una casa de Westchester, Nueva York. En menos de dos semanas, todxs lxs habitantes de la casa habían contraído fiebre tifoidea. En 1901 cocinó en Manhattan en varias casas de familias acomodadas, que también enfermaron al poco tiempo de guisar ella. Mary algo debía intuir, ya que en cuanto alguien se ponía malx, se iba de allí sin dar explicaciones.

La fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa producida por la bacteria Salmonella typhi, que se transmite por vía fecal-oral, exclusivamente entre personas. En las zonas pobres suele transmitirse más por el agua, al contrario que en los países desarrollados, donde se propaga por la contaminación fecal de los alimentos crudos, infectados por individuos portadores durante su manipulación.

Pero Mary, precisamente, nunca enfermaba. Así, en 1906 se instaló en Long Island, donde trabajó en la casa que un rico banquero había alquilado para pasar allí sus vacaciones de verano. A los pocos días, seis de lxs once miembrxs de la familia tuvieron que ser hospitalizadxs por fiebre tifoidea. Esto provocó una gran conmoción entre sus vecinxs, porque se consideraba una enfermedad de barrios pobres, en los que la gente vivía hacinada y con poca higiene. Así que el casero que le había alquilado la casa al rico banquero, temió que se corriera la voz y ningún rico más quisiera arrendársela.  Por ello, contrató al ingeniero civil George Soper para que se encargara de hacer una exhaustiva investigación, tras la cual descartó el agua y los alimentos como vehículo de transmisión, y empezó a sospechar que la portadora fuera Mary, después de enterarse de que en todas las casas en las que había trabajado anteriormente se había detectado la enfermedad. Nada menos que en 22 casos, con la muerte de una niña incluida.

Soper era un hombre instruido, por lo que conocía el caso que había investigado y publicado el microbiólogo Robert Koch, premio Nobel de medicina en 1905, poco antes. Se trataba de una panadera que había pasado la enfermedad, se curó, pero a pesar de estar sana, su organismo seguía conservando las bacterias, que el cuerpo iba expulsando a través de las heces. Se ve que la panadera no se lavaba bien las manos y contagiaba a la gente.  Así que Soper pidió una muestra de heces a Mary Mallon, pero ella se negó en redondo, y el ingeniero investigador lo puso en conocimiento de las autoridades del Departamento de Salud de Nueva York, que emitieron una orden.  Aun así fue necesaria la intervención de varios policías, y varias horas de discusión, discurridas las cuales por fin accedió. Una vez analizadas las muestras, vieron que efectivamente contenían bacterias de Salmonella typhi. Se llegó a la conclusión de que Mary Mallon, al igual que la panadera del estudio de Koch, era su trasmisora, pero ella no se contagiaba. Parece que los contagios se producían por la ingesta de alimentos crudos. En su caso se sospechó que después de ir al baño no se lavaba las manos antes de manipular los melocotones crudos para elaborar el helado de melocotón que era su especialidad. Con los alimentos cocinados no hubo contagios, pues las bacterias morían con las altas temperaturas de cocción.

La irlandesa fue arrestada y obligada a permanecer aislada durante un periodo de 3 años. Mary no entendía cómo estando tan sana pudiera transmitir ninguna enfermedad, y quizá nadie se molestó en hacérselo entender “Soy una persona inocente”. De hecho, es cierto que siempre se ha dicho de ella que daba la imagen de persona sana: alta, rubia y fuerte. En parte por esto, en 1909 Mary Mallon encargó un estudio a un laboratorio privado (probablemente pagado por el magnate de la prensa amarilla Randolph Hearst, que daba amplia cobertura al caso en sus diferentes publicaciones), y como no se detectó la presencia del patógeno en su organismo solicitó la libertad, que le fue denegada por la Corte Suprema de Nueva York. Parece que durante estos tres años vivió en una cabaña a la que le llevaban alimentos para que ella pudiera cocinarlos y comerlos sola “¿Por qué me destierran como a un leproso? Soy como un animal de zoológico al que todos vienen a ver y a interrogar”.

Al año siguiente, en 1910 un nuevo inspector de salud, decidió dejarla en libertad si se comprometía a no volver a trabajar como cocinera. Pero Mary no cumplió su palabra y siguió trabajando con nombres falsos. Obviamente nadie se molestó en formarla para que pudiera hacer otro trabajo, aunque se cuenta que probó como lavandera. No tardó en llegar un nuevo brote de fiebre tifoidea en un hospital. Fue en 1915 y esta vez afectó a 25 personas, de las que fallecieron 2. Las investigaciones volvieron a conducir a ella, a la que ya se conocía como María Tifoidea (Typhoid Mary). Las autoridades del Servicio de Salud Pública de Nueva York esta vez fueron implacables. La pusieron en cuarentena total, para el resto de su vida. Falleció 23 años después. The New York Times publicó su muerte el 12 de noviembre de 1938. En ese momento, habían identificado ya a más de 400 portadorxs sanxs de fiebre tifoidea y no obligaron a ningunx a recluirse. ¿Por qué a Mary sí? Como se suele decir realmente era más víctima que asesina. De hecho, algunos estudios de sociología muestran que pudo deberse al clasismo y a que fuera inmigrante “No he cometido ningún delito y me tratan como a una criminal”.

Desde que fue identificada, el asunto de los portadorxs sanxs o supercontagiadores cobró vital importancia, como ha quedado demostrado con el coronavirus. En la actualidad, la OMS considera la fiebre tifoidea como un grave problema para la salud pública, ya que se registran unos 20 millones de casos anuales en el mundo, que causan unos 160.000 fallecimientos, especialmente entre niñxs y jóvenes de los países menos desarrolladxs.

 La vida de Mary Mallon se ha contado en obras de teatro, en cuentos de niños, novelas, documentales etc. Incluso es un personaje de comic de Marvel. Siempre será conocida como una villana que contagió a demasiadas personas. En 2019 la escritora Mary Beth Keane la inmortalizó en la novela Fever, traducida al castellano como La cocinera irlandesa. Parece que también se estrenará una serie, protagonizada por Elisabeth Moss (El cuento de la criada).

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