"Las mujeres tenemos que llegar con un oro para salir en la prensa”.- Lydia Valentín.

Máxima exponente de la milenaria expresión Mens sana in corpore sano. Excelente deportista que lleva décadas haciendo historia en el deporte olímpico español. Competitiva al máximo en un deporte de fuerza, tradicionalmente asociado a los hombres. Lo que es triste,  porque la Ciencia no deja de aportar evidencias que demuestran  que entrenar fuerza es sinónimo de mejorar la salud. Pero parece que  las mujeres seguimos teniendo miedo a tener cuerpo de hombre. Sin embargo, ella hace gala a su apellido y es una valiente, con mayúsculas. Además muy estable emocionalmente y positiva.

 

Lydia Valentín nació en Ponferrada en 1985, aunque  es de un pueblo cercano, con unos pocos miles de habitantes, Camponaraya. Desde pequeña le encantaba el deporte, practicaba todos los que podía y destacaba siempre en Educación Física “Cuando tenía 11 años me picaba con los chicos porque las chicas ya no eran rivales para mí”. Al principio apuntaba más a jugadora de basket, pero después descubrió la disciplina que más le apasionaba: la halterofilia “Lo que me motivaba por completo. Una de las cosas que más me enganchó es que al final estás compitiendo contigo mismx y ves los resultados”. Su madre pensó “Ya se le pasará”. Pero no…

Entonces empezó a entrenar fuerza y a desarrollar sus habilidades con las pesas. La halterofilia es un deporte por categorías de peso, y se trata de levantar el máximo peso con la mejor técnica posible. A los 14 años compitió por primera vez y fue campeona de España dos años seguidos. Esto hizo que la Federación Española de Halterofilia quisiera que iniciara su formación en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid  “Fue una decisión dura, me separaba de mi familia, de mis amigxs, de mi tierra, para hacer un cambio de vida”. Como tenía 15 años, sus padres dudaron mucho con qué era lo correcto “Mis padres no fueron egoístas. Pensaron en mí. Me vieron tan ilusionada, tan convencida, con tantas ganas… Creyeron que podría ser mi única oportunidad”. Por lo que allá que se fue “Estaba feliz, me podía dedicar en cuerpo y alma al deporte que me apasionaba”.

En cuanto empezó a entrenar allí, se dio cuenta de lo sacrificado que es ser deportista de élite “Fue un cambio increíble. Estaba acostumbrada a entrenar una hora diaria, y aquí lo hacía varias e iba también al Instituto. ¡Estaba muerta, iba flipando!”.

Sin embargo, este duro trabajo la llevó a participar en sus primeros Juegos Olímpicos: Pekín 2008. Quedó quinta en la categoría de 75 kg con 115 kg en la modalidad arrancada y 135 kg en la modalidad de dos tiempos. Pero años después se descubrió el dopaje de tres participantes de las que quedaron por delante de ella, por lo que a Lydia le tuvieron que dar la medalla de plata. Aunque se pregunta cómo hubiera afectado a su carrera haber subido al podium en su día, el premio económico y el reconocimiento internacional, como siempre, apela a su positividad y trata de quitarle importancia. Total, ya no tiene remedio. Pero es que curiosamente para mal, en Londres 2012 le volvió a pasar lo mismo, quedó cuarta a tan solo 4 kg del bronce. La historia se repetía y todas las que quedaron por delante de ella iban dopadas, así que en 2016 le reconocieron su victoria y el oro merecido en las Olimpiadas de Londres 2012.  Ya en las de  Río 2016 consiguió la medalla que le correspondía, al menos de momento, logrando el bronce tras levantar 116 kg en arrancada y 141 kg en dos tiempos. Cabe destacar que el 40% de los casos de dopaje en las últimas Olimpiadas fueron en halterofilia. “Toda mi vida he competido contra gente que no jugaba limpio. En Pekín y en Londres sospechaba. ¿Por qué? Porque se sabe, por las marcas, por los positivos anteriores… Me preocupa que no se pille a lxs tramposxs o que se tarde mucho en detectarlxs”. Valentín,  además ha sido Campeona del Mundo en 2017 y 2018, y plata en 2019. Además es cuatro veces campeona de Europa (2014, 2015, 2017 y 2018), superando a Estefanía Juan, también española, que había sido la mejor hasta que irrumpió la ponferradina.

“Lo que marca la diferencia es tu estado mental. Todo lo que he conseguido ha sido por mi personalidad, por mi actitud y por mi carácter, por las ganas de seguir y no rendirme nunca. De hecho prepara todas sus competiciones con ayuda de un psicólogo. Comenta que el día a día es duro porque viven en la rutina más absoluta, todo es tan monótono que a veces es complicado cumplir, porque todo tiene que estar controlado al milímetro, hay un equipo interdisciplinar tras ella cuidando sus entrenamientos, nutrición, salud, etc. “Por todo esto, estoy ilusionada, emocionada y muy agradecida por todas las muestras de cariño que estoy recibiendo que hacen que tenga un claro objetivo que no es otro que participar en mis cuartos JJOO en Tokio 2020”. Y aunque Lydia está 200% concentrada en su objetivo, por su edad sí reconoce que los de Tokio serán sus últimos Juegos Olímpicos “Durante el confinamiento he tenido un tiempo para reflexionar. Son muchos años en alto rendimiento, todo tiene un proceso, y sería fantástico dejarlo ahí”.

Durante este confinamiento tenía muchos días malos, como todxs, pero seguía rindiendo al máximo “Las rivales también estarán cansadas, pero estarán entrenando para conseguir las medallas, y si yo no entreno, los trofeos serán para ellas”. Es tan competitiva que en los campeonatos nunca tiene trato con las contrincantes. En sus competiciones repite el mismo ritual. Primero focaliza todo el entrenamiento en ese levantamiento de pesas, sabe que se juega el trabajo de varios años en un segundo, que ahí es donde tiene que demostrarlo. Se concentra, lanza un grito como de ¡ahora! y procede al levantamiento de las pesas. Una vez que lo ha conseguido, las suelta de golpe  y posa con  su mejor sonrisa y juntando los dedos índice y pulgar de ambas manos, simulando un corazón “Yo realmente salgo a la tarima y ni escucho ni veo. Nada. Es como una burbuja y es increíble”.

Este deporte tan secundario en España ya cuenta con miles de federadxs, de los que aproximadamente mitad son hombres y la otra mitad mujeres. Ganan aproximadamente 100.000 € por el oro olímpico. Pero si no eres la mejor has de vivir de las becas ADO. En cada ciclo olímpico se asignan unas cuantías a cada deportista, superiores cuanto mejor resultado se haya obtenido en los Juegos anteriores, complicado de asignar con las crisis económicas y los recortes. Como con estas cifras nadie se hace millonarix, Lydia se dedica a estudiar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, por lo que vendrá después. Fan de Hello Kitty, ha sacado una línea de ropa “Me interesa especialmente la moda, porque me considero supercreativa y porque creo que existe una demanda en el Centro de Alto Rendimiento, donde somos más chicas que chicos. Las cosas femeninas y de color rosa nos interesan mucho a nosotras. En un futuro me encantaría vestir a la Selección y a los clubes, para que las chicas se sientan realmente como quieran, para que tengan alternativa entre lo unisex y lo más femenino”.

Mientras tanto, la semana que viene veremos a Lydia competir en la categoría de 76 Kg en el Europeo de Moscú, clasificatorio para los JJOO de Tokio. Al ser la máxima medallista olímpica junto con Saúl Craviotto, considera que se merecen ser lxs abanderadxs del equipo español en estos Juegos.

 Ante la posibilidad de que la halterofilia quede fuera de las Olimpiadas de 2024 por corrupción y dopaje, la de Ponferrada opina que lo vería bien, porque ella siempre está a favor de jugar limpio en el deporte “Tengo la satisfacción personal de que a mí nadie va a venir a quitarme las medallas”.

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