“La sociedad hacia la que nos movemos es puramente tecnológica y requiere que las nuevas cabezas pensantes vengan entrenadas”.- Concepción Monje

Decía el personaje de José Sacristán en la película Viaje a ninguna parte, que la vocación se despierta viendo trabajar a otrxs.  Si esto es así, por ella no va a quedar. Hay muy pocas mujeres en su campo de investigación, la robótica humanoide, las redes neuronales y la inteligencia artificial. Pero a nuestra protagonista de hoy le apasiona, y aprovecha cualquier ocasión que se le presenta para difundirlo, dar visibilidad a la mujer en la Ciencia y ser referente para las niñas, que a día de hoy siguen prefiriendo mayoritariamente las carreras de Humanidades y Ciencias de la Salud. 

Concepción Alicia Monje Micharet nació en Badajoz en 1977. Es hija de un ingeniero y una bordadora. De pequeña, su padre le regaló un ordenador para jugar a videojuegos, y ahí empezó su interés por el lenguaje de programación, por la Ciencia y la Tecnología. “Mi primer ordenador venía con un libro que incluía unos códigos de programación. Al ejecutar uno de esos códigos apareció en la pantalla un conjunto de círculos de colores que me fascinó”.

Así que, cuando le tocó elegir carrera se decantó por Ingeniería Electrónica en la Universidad de Extremadura (UEX) , la que más se adecuaba a sus intereses. No se arrepiente, porque al ser una carrera multidisciplinar aprendió muchísimo. “La ingeniería es un ejemplo de cómo asimilar el conocimiento y transformarlo en algo útil. Transformar la sociedad hacia donde queremos llevarla”.

Fue en 2006, cuando escogió la temática de su Tesis doctoral : la robótica, que también cursó en la UEX. Esto le abrió las puertas de ese campo y de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), donde empezó trabajando como profesora visitante y en la que ahora es Titular de Universidad. Compagina la labor investigadora con la docencia, aunque “Conlleva mucho esfuerzo y dedicación. Desarrollar una labor investigadora puntera permite llevar a las aulas conocimientos actualizados y novedosos, y esto es lo que realmente convierte a las universidades en centros de formación de prestigio”. Sin embargo, también dice que en la Universidad se valora mucho más la investigación que la docencia, lo cual lleva a tener profesores que hacen una labor mediocre, es decir, que dan clase porque tienen que hacerlo, no porque les guste.

Además piensa que se deben de inculcar los nuevos conocimientos a lxs niñxs desde el colegio, con  profesores bien formados “Creo que se les deben dar herramientas para que realmente conozcan y se acerquen a la ciencia y la tecnología, porque eso les va a abrir muchísimas puertas, independientemente de a lo se vayan a dedicar”. Dice también que no hay edades para aprender a programar, que hay robótica para todxs, de lxs más pequeñxs hasta lxs abuelxs. Cualquiera puede programar un robot con un poquito de entrenamiento.

Ha colaborado con la École Nationale Supérieure d`Électronique, Informatique et Radiocommunications de Burdeos durante una estancia que realizó en esa ciudad francesa. Con la Universidad de Castilla-La Mancha. Con el Centro Aeroespacial Alemán (DUR), dando varias charlas y publicando artículos de impacto en el campo de las partes blandas para robots humanoides. Además, ha impartido clases a alumnxs de Doctorado en la Utah State University y una conferencia de Investigación a miembros de la IEEE Control Systems Society San Diego Section, 

Piensa que la robótica se tiene que desarrollar de la mano del Derecho y de la Ética, para que se pueda progresar “Mi idea es la coexistencia humano-robot para construir una sociedad mejor, en la que tengamos mayor calidad de vida y acceso a ciertos beneficios que de otra manera no podríamos conseguir”.

No se puede hablar de Monje sin mencionar a TEO (Task Environmental Operator). TEO es un robot humanoide fabricado con aluminio y aleaciones de acero, que mide 1,60 m y pesa algo menos de 60 kg. Nació hace unos años en el Robotics Lab de la UC3M, laboratorio a la cabeza de la investigación en robótica, junto con otros centros europeos, americanos y japoneses, a pesar de la poca financiación que recibe. Con TEO están consiguiendo grandes avances, por ejemplo, no solo  es capaz de comunicarse con la voz, como Alexa o Siri, sino que gracias a sus manos preparadas para articularse, le han podido enseñar el lenguaje de signos. Han programado a TEO con habilidades como la de robot camarero, puede llevar una bandeja sin verter los líquidos de los vasos, o la de planchado, detecta las arrugas y las plancha. “Lejos de que estas habilidades puedan resultar triviales, no lo son. No queremos ni hacer un robot camarero ni hacer un robot planchador. Estas dos habilidades materializadas se pueden utilizar para infinidad de funciones: el equilibrio en el transporte de cualquier objeto, como material quirúrgico, es una habilidad multifuncional y de muchas aplicaciones en muchos campos”. Además está perfectamente equipado para soportar los algoritmos que le convertirían en “un robot emocional, empático y cariñoso”. Es capaz de procesar miles de millones de datos por segundo. Ahí está el gran reto, porque “Un robot que quiera moverse en nuestro mundo, que alcance a los armarios de la cocina, que cuide de un anciano o de un niño, tendrá que moverse como un humano”. Para ello necesita dos piernas, “Parece poca cosa un robot que camina sobre dos piernas, pero es uno de los mayores desafíos que tenemos lxs que investigamos en robótica”, así que, a lo mejor en el futuro  TEO tiene que  ser un robot bípedo, con cola y tres brazos. “Trabajamos con robots evolutivos, ¿por qué no ponerle cinco piernas? ¿Por qué no una cola para poder apoyarla en el suelo y tener más estabilidad?”.

A lo largo de su carrera, Concepción ha conseguido varios premios por su trabajo al frente del equipo de Robotics Lab en la investigación con TEO, premio a la Excelencia a la Investigación por la UC3M en 2018, Premio Mujer y Tecnología de la fundación Orange en 2018, Premio a la Mejor Científica Contemporánea otorgado por la Selección Española de Ciencia en 2017. En 2019 ganó el premio Ada Byron. Ese mismo año codirigió  el proyecto europeo RoboCom++, que cuenta con más de veinte socios de toda Europa, y cuyo objetivo es desarrollar el robot asistencial del futuro. También lidera el proyecto nacional HumaSoft,  que desarrolla  extremidades blandas para robots.

Además, Monje es una científica muy comprometida con la visibilidad del papel de la mujer en la ciencia y la tecnología, la docencia universitaria y la divulgación científica. “Si decimos que hay igualdad pero luego no se ve esa igualdad, es como si no la hubiera. De lo que no se ve no se puede proyectar. Es importante que las niñas que vienen pisando fuerte vean que hay mujeres en puestos directivos, en las ingenierías, en todos los sitios, y que desempeñan papeles de relevancia”. Por ello, no duda en colaborar con programas de TV y de radio, como en la sección de ciencia del programa Julia en la Onda de Onda Cero, dirigido por Julia Otero. “Es fundamental que la sociedad conozca de primera mano la labor que hacemos lxs científicxs y que comprenda la importancia de nuestras investigaciones.” En 2014 colaboró como asesora científica en Autómata, película, protagonizada por Antonio Banderas.

Es muy feliz con su profesión “No me gusta dar consejos, pero, si tengo que hablar desde mi experiencia, mi mensaje sería que hay que apostar siempre por aquello que te apasione y te mueva por dentro, y poner todo tu esfuerzo e ilusión en ello. En investigación, la pasión y el esfuerzo son los ingredientes fundamentales para llegar lejos”.

Dedica gran parte del tiempo al trabajo, pero además hace deporte, escucha música y va al cine. Sí, también a ver pelis de ciencia ficción, quizá con la intención oculta de aprovechar cualquier tipo de idea fantástica para implementarla en sus robots y lograr que, una vez más, la realidad logre superar a la ficción.

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