"Me rebelo totalmente contra la idea de que no se pueda ser al mismo tiempo empática y fuerte”.- Jacinda Ardem

En un país situado geográficamente en las antípodas del nuestro, con una población de casi cinco millones de habitantes, vive una mujer como tú y como yo, que compra ropa en tiendas de segunda mano, que se deja ver mucho por sus redes sociales y que habla el idioma maorí de los neozelandeses. Esta mujer acaba de conseguir la mayoría absoluta en unas elecciones generales, con una forma de entender la política también en las antípodas de la de nuestrxs políticxs. 

Jacinda Ardern nació en Hamilton en el año 1980, aunque vivió en una zona rural de la Isla del Norte de Nueva Zelanda. Su padre era policía local, y pasó la infancia entre tractores, rebaños y el huerto familiar. De hecho, su mascota más querida era un cordero llamado Reggie, al que intentaba entrenar para hacer trucos. Sin éxito.

Cuando se mudaron al norte, a Waikato, Jacinda tuvo su primer contacto con la desigualdad. “Por supuesto, de pequeñx no lo llamas justicia social. Me parecía que estaba mal que otrxs niñxs no tuvieran lo mismo que yo”.  Por estas cosas, cada vez dedicaba más tiempo a grupos pro derechos humanos. En el colegio, por ejemplo, pidiendo que en el uniforme de su escuela de Secundaria se  permitiera que las niñas llevasen pantalones largos, como los niños. Lo consiguió. “Hay una falta de confianza en nuestras mujeres, algo que empieza desde que son muy pequeñas. He ido a muchas escuelas y, a menudo, aprovecho para hablar con las niñas y adolescentes sobre sus metas. Les doy a todas un poco de tiempo para que se lo piensen y luego les digo: ahora escribid lo que pensáis que vais a hacer”. 

Aunque fue criada en la religión mormona, abandonó la fe cuando tenía 20 años, para defender el matrimonio entre personas del mismo sexo. Más tarde, combinaba sus estudios con un trabajo a media jornada en un fish and chips, y luego como DJ.

Con su ambición de querer hacer mejor el mundo, a los 17 años se afilió al Partido Laborista. Tras terminar sus estudios universitarios de Comunicación en Waikato en 2001, comenzó a trabajar como investigadora en la oficina de la Primera Ministra neozelandesa Helen Clark. También estuvo un tiempo trabajando en el Reino Unido como asesora política de Tony Blair. Recordemos que Nueva Zelanda es parte de la Commonwealth y su jefa de Estado es la reina Isabel II de Inglaterra.

En 2008, Jacinda fue elegida presidenta de la Unión Internacional de las Juventudes Socialistas. Poco después se convertiría, por unanimidad, en subdirectora del Partido Laborista neozelandés, tras la renuncia de Annette King.

Logró este ascenso tan rápido  gracias a una novedosa estrategia en política: no atacar a sus contrincantes, ser conciliadora, jugar limpio y hacer uso de la empatía con todas las personas. Además, es una gran líder con una grandísima intuición para la toma de decisiones. Así, en agosto de 2017 la nombraron dirigente del Partido Laborista. “Crecí en una ciudad muy pequeña y solo hay 120 miembros en el Parlamento en Nueva Zelanda. ¿Cómo iba a pensar siquiera que llegaría a ser uno de ellxs?”.

El 23 de septiembre de ese mismo año, se convirtió en la actual Primera Ministra de la isla, gracias a una coalición con el Partido Verde y el Partido Nueva Zelanda. Era la Primera Ministra más joven de la historia y la tercera mujer que ocupaba el cargo en su país.

Anders se define políticamente como socialdemócrata, progresista, republicana y feminista. Además, ha declarado en alguna entrevista que admira a la canciller alemana Angela Merkel, con la que mantiene una excelente relación, aunque tienen ideologías políticas distintas.



Entre sus logros, los tres más elogiados internacionalmente han sido: la firme e integradora respuesta que dio a los atentados contra dos mezquitas en Christchurch en 2019, a raíz de la cual presentó en el Parlamento un proyecto de ley para la prohibición de la venta de armas, que está todavía pendiente de aprobación. Tampoco tuvo inconveniente alguno en ponerse un  velo como gesto de empatía en los actos conmemorativos en memoria de las víctimas musulmanas de los atentados. Otro, la rápida toma de decisiones en  la erupción del volcán Whakaaki que acabó con la vida de 16 personas, también en 2019. Y el tercero, su gestión del coronavirus, defendiendo la salud de las personas por encima de la economía. "La fórmula es sencilla: decir la verdad, preocuparse por la gente y aceptar que, incluso la líder más admirada del mundo, se equivoca de vez en cuando”. Hasta tal punto que se ha llegado a bajar el sueldo un 20% , a ella y a lxs integrantes de su gobierno. También ha criticado duramente las políticas de Donald Trump.

Y, puede que por estas buenas gestiones, en septiembre de 2020 ha sido reelegida, esta vez con mayoría de escaños en el parlamento. Importante destacar que su adversaria política del Partido Nacional también era un mujer, Judith Collins. 

Aficionadxs a la cerveza y al  rugby, en este pequeño  país de Oceanía son más progresistas que en su vecina Australia, donde las líderes mujeres hacen cola para denunciar el sexismo y el acoso.

Ahora mismo, Ardern tiene varios retos por delante: tendrá que seguir manteniendo el coronavirus fuera de sus fronteras sin arruinar la economía, revertir el paro causado por la pandemia  y  acabar con la pobreza infantil. "Me castigo y me regaño, no llevo nada bien mi equivocaciones".

Pero ante todo, ella vive feliz  en su pequeño piso, nada que ver con la residencia oficial, con su marido, periodista defensor de los océanos, que lleva el peso de los cuidados de su hija de dos años, a la que ya van enseñando el idioma maorí jugando con los imanes del frigorífico.

Comentarios

  1. ¡Ojalá aprendieran de ella nuestros políticos!, que se deben pensar que por el mero hecho de votarles, nos pueden mandar... Y lo que tienen que hacer es gobernar.
    Un ejemplo a seguir.
    Muy buena información.

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