Isabel Allende seguramente es la escritora en español más leída del mundo. Su vida y su obra están impregnadas de ese feminismo tan necesario.
Nació el 2 de agosto de 1942 en Perú, ya que su padre, Tomás
Allende era diplomático chileno y se encontraba allí por trabajo. Cuando tenía
3 años, sus padres se separaron y su madre Francisca Llona, más conocida como
Doña Panchita, volvió a Chile con Isabel y sus dos hermanos, que se criaron en Santiago, con su madre y su
abuelo. De su padre dirá que es una gran ausencia de su vida, que se fue tan
temprano y de manera tan rotunda que no guarda recuerdos suyos.
En 1953 su madre se volvió a casar con otro
diplomático, por lo que la familia tuvo que volver a mudarse, hasta 1958 a
Bolivia, y un año más en Líbano.
“Cuando yo era joven, a menudo me sentía
desesperada: ¡tanto dolor en el mundo y tan poco que yo podía hacer para
aliviarlo! Pero ahora, reflexiono sobre mi vida y me siento satisfecha, porque
pocos días han pasado, sin que por lo menos intente cambiar las cosas”. Quizá
por estos ideales, a su vuelta a Chile en 1959, Isabel se unió a las Naciones
Unidas, trabajando para la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO),
en Santiago.
Se casó cuatro años más tarde con Miguel Frías,
con quien tuvo dos hijxs Paula (1963) y Nicolás (1967), ambxs nacidos en
Santiago.
En 1967 Isabel fue una de las fundadoras de
“Paula”, la primera revista feminista de Chile. Además de artículos, escribía
la columna satírica “civilice a su troglodita”, que más tarde recopiló en una
colección de cuentos. También colaboró con
la revista infantil Mampato, llegando a ser su directora suplente
durante un año. Con esta experiencia, publicó dos cuentos para niñxs (La abuela
Panchita y Lauchas y lauchones, ratas y ratones). Además de escritora y
periodista, participó en dos programas televisivos y estrenó tres obras
teatrales.
Su tío, Salvador Allende, fue elegido presidente por
el partido socialista de Chile en 1970. Sin
embargo, murió durante el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 perpetrado
por el General Augusto Pinochet. Por la dictadura militar, Allende y su familia tuvieron
que exiliarse, viviendo en Venezuela hasta 1988. En este periodo, trabajó en el
diario El Nacional de Caracas y como profesora de secundaria.
Destacar que fue entonces, en 1982, cuando publicó
“La casa de los espíritus”, su primera y más exitosa novela, también llevada al
cine protagonizada por Meryl Streep. Basada en los recuerdos de su infancia y
juventud, en ella destaca el protagonismo de las mujeres durante cuatro
generaciones. Nívea, Clara, Blanca y
Alba están dotadas de gran personalidad,
se guían por su luz interior y desafían la sociedad patriarcal que les ha tocado
vivir a fuerza de bondad, solidaridad y ánimo de justicia política y social.
A partir de entonces empieza a escribir novelas
regularmente. En todas ellas coloca a la mujer en el centro de la narración,
intenta devolverle la dignidad y el derecho a liberarse de los tabúes del
pasado, en una América latina donde predominan
la sumisión y la voluntad del hombre. Las heroínas de Allende nunca se
rinden, no importa su clase social. Viven en un mundo dominado por machos y
para defender sus derechos e identidad han de aplicar una gran inteligencia y
sensibilidad. “Eva Luna”, “Paula” “Inés
del alma mía”, también llevada a la televisión, “Retrato en sepia”, “El amante
japonés”, “El cuaderno de Maya”, “Más
allá del invierno” o “La isla bajo el mar”, son sólo algunos ejemplos de
ello.
La gran frecuencia con la que viajaba para las
promociones de sus libros la llevaron a divorciarse de su marido. Pero en 1988
se volvió a casar con un abogado estadounidense, y desde entonces reside en
California. Ese mismo año, viajó a Chile por primera vez desde su exilio para
votar en el plebiscito de octubre, que perdió Pinochet. En 1990, con la vuelta
de la democracia en Chile, fue reconocida con la Orden al Mérito Docente y
Cultural Gabriela Mistral.
Cuando por fin parecía que la vida de Isabel
podría encontrar la paz y la felicidad que siempre había ansiado, en 1992 murió
su hija Paula por una porfiria, con tan solo 28 años de edad. “La vida es un
fluir. Solo he notado esa frontera el año en que cumplí 50 y murió mi hija. Ahí
terminó la primera parte de mi vida y empezó otra. Cuando salí de Chile al
exilio, pensé que se cortaba mi vida, pero no, porque yo era la misma. Después
de Paula soy otra persona. El día que me avisaron de que entraba en el hospital
estaba en Barcelona presentando El plan infinito y me fotografiaron: pelo
largo, falda larga, brazos llenos de pulseras. A los dos años, después de su
año de agonía y de su muerte, yo era una señora mayor. Desde entonces han
pasado cosas: se mueren los padres, te divorcias, se mueren los perros, pero
una sigue siendo una”
En 1995 fundó The Isabel Allende Foundation, en
honor a su hija, que había sido voluntaria en comunidades marginales como
educadora y psicóloga. Esta asociación se dedica a ayudar a mujeres y niñxs,
inmigrantes y refugiadxs. La ha focalizado en los derechos de la mujer a ser
madre. “Si una mujer no controla su fertilidad, no puede controlar nada más en
su vida”. Compagina su vida como escritora
con dar conferencias, seminarios y charlas internacionales sobre derechos de la
mujer, política latinoamericana, escritura, proceso creativo, espiritualidad,
Chile y su propio trabajo literario.
Desde 2003 tiene la nacionalidad estadounidense y
en 2004 fue formalmente aceptada en la Academia Americana de Artes y Letras.
Además, Premio Nacional de Literatura en 2010 y Medalla de la Libertad en EEUU.
Así, a día de hoy, a sus 78 años, ha escrito más de treinta obras literarias y
ha ganado decenas de premios por todo el mundo, hasta el nivel de que sus libros han sido traducidos
a 47 idiomas. Menos mal que el Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda le
aconsejó que dejara el periodismo y se dedicara a escribir.
“Me ha costado el triple que a cualquier hombre
obtener la mitad de respeto por mi trabajo''. Pero nunca va a dejar de escribir “Escribo porque me
encanta, porque es mi vida, mi aire, mi oxígeno. La gente quiere jubilarse para
disfrutar del tiempo libre, pero mi tiempo libre es escribir. Mi fiesta es
ponerme a investigar y a contar una historia. Trabajo es comprar zapatos.
Escribo sobre lo que me interesa y me importa: el amor, la muerte, la
violencia, la lealtad, la justicia natural, no la de la ley, que es siempre
injusta con el pobre y el vulnerable. Siempre escribo sobre mujeres fuertes y
extraordinarias”.
mifertilidad
ResponderEliminarLa lucha por el feminismo y el empoderamiento de la mujer es esencial para construir una sociedad justa e igualitaria, donde todas las voces y talentos sean valorados y respetados.