En un momento en el que ni te imaginabas a una chica vestida de ciclista en
España, se intentó abrir camino nuestra protagonista, partiendo de cero. Nació en Guernica en 1972, a los ocho años
era judoka, pero empezó a montar en bici y
ya a los diez se atrevía a decir que su sueño era llegar a ser
profesional. Con mucho tesón, sacrificio y duro entrenamiento, además de una
tremenda afición por subir puertos, como cualquier practicante de este duro
deporte, lo consiguió y hoy es una leyenda del ciclismo femenino. Ejemplo
para las que han llegado después.
Empezó su aventura ciclista ganando el campeonato de España en Ruta Junior
durante tres ediciones consecutivas, con 15, 16 y 17 años. Sin embargo, a los
18 estuvo cerca de quedar en silla de ruedas ya que, tras una operación de
hernia discal, tuvo una grave infección que le dañó un centro nervioso. Lo que le
impidió participar en las Olimpiadas de Barcelona 92. Aunque los doctores le
dijeron que no volvería a montar en bici, podríamos decir que, si esta
enfermedad fuera una etapa de categoría especial, ella la ganó con tiempazo.
Volvió, y de qué manera. Además, años más tarde, pudo participar en las
Olimpiadas Atlanta, Sidney y Atenas.
Ante la falta de equipos femeninos en España, tuvo que emigrar a Italia,
donde consiguió su primer sueldo comenzando así su carrera profesional. Tras un
breve periodo como gregaria, enseguida fue seleccionada por el Alfa Lum como
una de sus líderes “Ellos creían en mí más que yo misma”, declara en una
entrevista.
Cuando el Alfa Lum desapareció, Somarriba
volvió a España donde corrió en el
Pragma-Deia-Colnago en 2002 y en el Bizkaia Durango, desde 2003 hasta su
retirada en 2005. A pesar de las
dificultades para encontrar equipos profesionales a su altura, ya que en España
a los equipos femeninos les dan la ropa y las gracias, fue capaz de superar todas las dificultades y continuar
engordando su palmares. Además, mostrándose siempre muy crítica con el dopaje
que considera que le resta credibilidad a su amado deporte.
Compitió en su primer Giro en 1996, con un más que respetable cuarto puesto,
y dos años más tarde quedaría la sexta. Por fin
en 1999 consiguió subir a lo alto
del podio con su maglia rosa. Ese mismo
año se casó con el también ciclista Ramón González Arrieta, al que conoció
sobre la bici, entrenado ambxs por tierras vizcaínas. En el 2000, consiguió lo
mismo que Miguel Induráin, sin hacer tanto ruido, la victoria en el Giro de
Italia y en el Tour de Francia en una misma temporada. Ganaría otros dos Tours,
en 2001 y 2003, un mundial de contrarreloj y dos campeonatos de España. Además,
ha subido a muchos más podios en todo el mundo.
A diferencia de los ciclistas masculinos españoles, bien pagados y
valorados, Joane siempre estuvo pendiente de becas y tuvo sueldos muy bajos que
le impedían retirarse, hasta que en 2005, en un podio, con la medalla de plata
colgada del cuello anunció que lo dejaba, y que nada le haría cambiar de
opinión.
Es triste porque cuando se retiró, el ciclismo femenino español volvió a
desaparecer de los medios de comunicación. Pero sale entonces su autobiografía
titulada "Joane Somarriba: sacrificio y gloria de la mejor ciclista española,
pionera en un mundo de hombres".
La mejor ciclista española de todos los tiempos, ahora vive rodeada de sus
maillots, trofeos y de sus tres hijos, sigue montando en bici pero con más
cuidado del que quisiera, ya que tiene un caso grave de la enfermedad de Crohn.
Además, continúa siendo un referente en la lucha feminista. Cuando un director
de la Unión Ciclista Internacional afirmó que “Las mujeres no pueden correr 21
etapas”, ella le rebatió “Me parece absurdo. ¿Y por qué no vamos a estar
capacitadas para correr 21 días? No tenemos que competir con ellos. Te pone triste
escuchar hoy esas cosas.” Además se la considera una figura esencial en el
proceso de profesionalización del deporte femenino en España.
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